lunes, 30 de septiembre de 2013

"Sin aliento" (Capítulo IV)

Capítulo.4 - “Shelby”


Las nubes iban encapotando el cielo formando un velo algodonado que se arremolinaba sobre los picos de las montañas. La tarde hacía acto de presencia en el Parque Nacional Chugach, arropando lo que poca gente podía imaginar en esos momentos. Un muchacho negro corría a través de la espesura tratando de salvar la vida, mientras sus perseguidores armados hasta los dientes buscaban darle caza. Aunque eso sí, el más sigiloso y a priori peligroso rastreador del grupo ya no era una amenaza, pues otro experto en el terreno se lo había almorzado. Pero ello no tranquilizaba a Eddie, porque ahora el peligro era aún más fiero y devastador si cabe. Aquella osa podía oler su sangre a kilómetros de distancia debido a su extraordinario olfato, y aunque su visión es mucho más limitada que la humana, seguía siendo mejor rastreadora que el desdichado indio. Sin duda, ella sabía que otra presa de carne humana que además estaba herida, no andaba lejos. Pensar que él era esa presa hizo que un escalofrío le recorriese el cuerpo como un relámpago de trueno ahogado. A pesar del intenso dolor en su hombro y del cansancio que empezaba a acumularse, intentó apretar el paso buscando un lugar desde el que buscar ayuda o al menos poder cobijarse. De repente, una fría gota aterrizó en su nariz. Y después otra, y otra, y la llovizna hizo acto de presencia comenzando a bañar el paraje.
- ¡Mierda!, lo que me faltaba - masculló entre dientes contrariado, ajustándose la gorra de los Detroit Lions y apretando el paso.
Le dolía el tobillo y aún más el hombro, pero el pensamiento de verse merendado por un oso o cosido a balazos por esa pandilla de maníacos era mucho más fuerte y le obligaba a continuar.

Empezó a recordar y añorar lo mucho que echaba de menos su casa. Sí, es verdad que estaba teniendo dificultades económicas y por ello quiso buscar un futuro mejor, pero dominaba su entorno y allí tenía a sus amigos. De algún modo se sentía a salvo dentro de la precariedad que últimamente azotaba su día a día.
Cuando tomó la decisión de dejar atrás su casa, se dijo a sí mismo que jamás se lamentaría de la decisión tomada, pasase lo que pasase. Pero nunca imaginó que la situación se tornaría tan peligrosa y hasta terrorífica, por lo que comenzaba a replantearse esa afirmación de que nunca se arrepentiría puesto que ya estaba empezando a hacerlo. Sacudió de su mente los malos pensamientos, ya que no era momento de bucear en dudas existenciales y sí de urdir un plan que le llevase a salvar la vida, así que se centró en tratar de memorizar los lugares por los que estaba pasando con el fin de no perderse mucho más de lo que ya estaba.

Tras unos minutos sorteando la vegetación del entorno se detuvo en seco. Le había parecido escuchar un roce, como un siseo.
Aguzó el oído durante unos tensos segundos, pero tan solo la armoniosa y viva banda sonora del lugar llegaba hasta él como un rumor continuo. Decidió proseguir la marcha tratando de auto-convencerse de que tenía que intentar no dejarse llevar por la sugestión a cada paso, ya que lo único que conseguiría sería no pensar con claridad a la vez que concedía a sus perseguidores una ventaja clave, la de poder recortarle terreno. Pero no tuvo tiempo de ahondar en ello porque apenas un minuto después volvió a sentir como si alguien anduviese cerca. De nuevo se paró a escuchar, y ahora sí oía perfectamente cómo algo se acercaba por su izquierda. Con los ojos muy abiertos y tratando de no hacer ruido, se agachó lentamente recogiendo del suelo una piedra. Si lo que se acercaba a él poco a poco, retorciendo ramas a su paso era aquel fiero animal, poco podría hacer con una piedra, pero al menos intentaría persuadirlo inicialmente. Total, correr no le serviría de nada, pues los osos a pesar de su lento y aparentemente torpe caminar, tienen una velocidad asombrosa. Eso sin contar con su adaptación al entorno en el cual se hallaban, por lo que poca escapatoria iba a tener.
El pisoteo se escuchaba cada vez más claro y cercano. Eddie rezaba para que fuese un caribú o cualquier otro animal que no supusiese una amenaza inminente. La tensión y el miedo recorrían su espalda en forma de sudor, de tal manera que ya ni siquiera sentía la fina lluvia azotándole el rostro.
Diez metros. Por el sonido de sus pisadas y la agitación de plantas, no debía estar a más de esa distancia.
Armándose de un valor que afloró en su ser, al presentir el ataque inminente de ese peligro que le acechaba, Eddie se mordió el labio alzando la piedra en señal de agresiva defensa. Si aquello se lo debía llevar por delante, no sería sin al menos infligirle algún daño.
De pronto, las plantas se abrieron y el muchacho accionó su brazo hacia atrás para tomar impulso y…
- ¡Tranquilo chico, soy yo! -
- ¡Joooder!, ¡me cago en la puta!, ¡me ha dado usted un susto de muerte, coño! - dijo acaloradamente Eddie dirigiéndose al guardabosques y bajando al mismo tiempo la piedra.
- Lo siento, no era esa mi intención. ¡Dios!, déjame ver - dijo Bubba en cuanto vislumbró el trozo de flecha que salía del hombro de Eddie - es una de las flechas de Dyami, ¿qué diablos ha pasado? -
- Que tiene usted a unos maníacos asesinos por vecinos, eso es lo que ha pasado. -
- Pe…pero, ¿cómo?, ¿por qué? -
- Eso deberá preguntárselo a su amigo Chazz y los colegas que le acompañan, que se han organizado una cacería a mi costa y lo que es peor, no es la primera vez que lo hacen - e hizo una pausa antes de añadir - aunque al indio poco le va a poder usted preguntar ya. -
- ¿Cómo?, ¿le has matado? - preguntó totalmente desconcertado el orondo guarda forestal.
- No, de buena gana lo habría hecho porque ya ve - comentó señalándose el hombro - él no tuvo reparos en intentar asesinarme. Pero no - dijo bajando la cabeza, reflexionando un par de segundos y alzándola de nuevo para proseguir - fue ella quien se encargó. -
- ¿Ella?, ¿Brandi? - preguntó incrédulo Bubba.
- No, con esa fea masca-tabaco ya arreglaré cuentas si tengo la ocasión. Con lo de “ella” me refiero a una mala bestia, un oso enorme con un ojo blanco. -
- Shelby - susurró el guardabosques desviando la mirada como comprendiendo la gravedad de la situación.
- ¿Shelby?... no, ya le digo que es un oso muy grande.
- Se llama Shelby y no es un oso, es una osa enorme y muy agresiva, así que aunque sea de casualidad has acertado diciendo “ella” - y tras hacer una pausa - vamos, debemos marcharnos de aquí y limpiarte esa herida o serás carne de osa, chaval. -
- ¿Y qué pasa con esos cabrones que me persiguen? -
- Ya me encargaré de ellos. De momento salgamos de aquí cuanto antes. El refugio no está lejos y allí tengo un botiquín. Hay que aplicarte algún antiséptico antes de que se infecte la herida, si no lo ha hecho ya. Andando. -
Eddie, aliviado por la aparición del guardabosques, echó a andar tras el fornido Bubba que a pesar de su peso, se movía ágilmente entre tanta frondosidad forestal.
En la mente del chico se aclaró un panorama que segundos antes parecía totalmente negro. Al menos ya no estaba solo e iba con alguien que conocía el terreno como la palma de su mano, y que por si fuera poco podría servirle de parapeto para persuadir a Chazz y su banda. Aunque intuía que sería difícil que la determinación de su perseguidor menguara, y eso era lo que más le inquietaba. Bueno, eso y Shelby, aquella enorme osa ante la que palidecía hasta el fornido y experimentado Bubba.



* * * * * *


El manto de agua descendía sobre el parque. La lluvia no caía de manera abundante, pero sí era persistente y los indicios evidenciaban que el día se cerraba y las precipitaciones continuarían. La luz mermó su intensidad considerablemente al ocultarse el sol tras las nubes, y el terreno que antes ya era blando de por sí estaba empezando a hacerse pesado, por lo que avanzar no resultaba nada sencillo. Pero los cuatro cazadores estaban acostumbrados a ello, lo que les daba cierta ventaja para encontrar a su presa. Aunque la violenta muerte de Dyami había cambiado en cierto modo las cosas, y a pesar de que intentaban aparentar que no les afectaba, sí que había anidado en ellos una creciente preocupación.
- La piel del puto oso que devoró a Dyami decorará mi buhardilla - decía TJ asintiendo convencido mientras andaba apartando ramas con el cañón de su rifle, a lo que Chazz respondió:
- Como se suele decir, “no vendas la piel del oso antes de cazarlo”, así que mantente alerta. -
- ¿Bromeas?, ese animal estará reposando su festín en cualquier cueva. -
- No olvides que dentro de poco hibernará, por lo que estará aumentando sus reservas de energía, o lo que es lo mismo, en estos momentos su única ocupación es alimentarse para ganar peso. -
- Dios, no puedo quitarme de la cabeza al pobre indio - intervino Marvin agachando la cabeza pensativo.
- Tranquilo viejo, cazaremos a ese bicho y de paso al indigente de mierda - le comentó Brandi antes de lanzar al suelo uno de sus negros escupitajos. -
- Sí - contestó este alzando la cabeza con media sonrisa - por supuesto que lo haremos.
- ¡Tssshh! - dijo TJ mirándoles con los ojos muy abiertos. Chazz se había detenido levantando el brazo derecho en forma de “ele”, indicando que se pararan. No podía remediar sus costumbres y jergas militares. Los demás observaron que este se agachaba, miraba algo en el terreno y hacía un gesto para que TJ se acercara. El tipo, al ver las marcas en el suelo miró a Chazz desconcertado.
- ¿Qué ocurre? - preguntó Brandi susurrando.
Chazz, sin prestarle atención, miró en derredor buscando algo y no tardó en encontrarlo. Giró la vista hacia la fría y ruda cazadora, apuntándose a sí mismo a los ojos con los dedos formando una “uve”, y posteriormente señalando al suelo. Los otros tres se acercaron y la interrogación asomó en sus rostros al ver dos huellas de botas que llegaban desde direcciones distintas y se unían en un punto.
- Hay alguien con él - dijo en voz baja Chazz, y tras una pausa para evaluar las marcas, añadió - y por las huellas que vienen desde la izquierda, diría que es Bubba. -
- ¿Cómo puedes saberlo? - preguntó Marvin.
- Observa la profundidad que tienen esas pisadas. Eso indica que su dueño pesa más que nuestro fornido amigo. -
- Pero Bubba se marchó con el quad a buscar excursionistas, ¿qué haría entonces aquí? -
- No sé, ¿quizás buscar excursionistas? - contestó Chazz con ironía, visiblemente irritado. -
- Seguramente bajase por la ladera al sureste y dejaría el quad en el refugio. Puede rodear todo esto, pero acceder con el quad hasta aquí es imposible - opinó Tj.
- Pues esto nos plantea un gran problema, porque a estas alturas el negro le habrá contado lo ocurrido al guardabosques y este habrá llamado a la policía - dijo Brandi totalmente pálida.
- ¿Queréis pensar con la cabeza de una puñetera vez? - habló Chazz mirándoles mientras se rebuscaba en el bolsillo lateral del pantalón con tratando de sacar su teléfono móvil - aquí nunca hay cobertura, y con la lluvia el walkie-talkie de poco sirve estando tan lejos de la parte turística del parque. Solo tienen una opción, guarecerse y esperar que amaine el temporal para pedir ayuda. Estoy seguro de que si seguimos sus huellas, estas van hacia el refugio. -
- Pero si es así, podrían montarse en el quad y largarse de aquí. -
- ¿Con lo que pesan ambos y lo blando que se está poniendo el terreno?... imposible, se quedarían atascados a las primeras de cambio. -
- Puede que tengas razón - admitió TJ agachando la cabeza.
- Además, tienen un problema mayor -
- ¿Cuál? - preguntó Marvin.
- El oso. Ese animal huele la sangre desde muy lejos y el negro va herido. Apuesto a que seguirá su rastro para procurarse una buena cena. -
- No, ellos no tienen ese problema - intervino Brandi, y señalando con la barbilla a espaldas de los demás, añadió - lo tenemos nosotros.
Todos se giraron y a unos diez metros, medio oculta por la vegetación, un pelaje marrón rodeaba un ojo blanco que les observaba.



* * * * * *



Remontando un promontorio de resbaladiza hierba, Eddie y Bubba llegaron hasta el refugio, ante el cual se encontraba estacionado el quad del guarda forestal. A un lado había un pequeño cobertizo donde supuestamente habría herramientas, y a unos metros ante él una rejilla atornillada a una tosca plancha de hormigón en cuyo interior había un generador.
Al entrar en la cabaña Eddie comprobó lo que se intuía desde fuera. Era pequeña, con una cama a un costado, una mesa desvencijada con cuatro sillas a su alrededor y una reducida cocina al fondo. Pero a él, cansado, herido y asustado, le pareció un hotel de cinco estrellas. Tardó en reparar en la reluciente emisora de radio portátil que había al entrar a la derecha, junto a la ventana.
- ¿Eso es lo que creo que es? - preguntó esperanzado a Bubba.
- Sí, la instalaron hace una semana. Espero que funcione bien y podamos avisar de la situación. Voy a encender el generador - sentenció dándose la vuelta y saliendo hacia la izquierda de la cabaña.
Eddie no tardó en oír los intentos de Bubba por arrancar el motor, pero tras cuatro tentativas le oyó maldecir.
El grandullón vestido de color verde kaki, volvió sobre sus pasos y entró a la cabaña.
- Le dije a Kobe que rellenase el depósito de gasoil del generador, ¡joder! -
- Si el quad es diésel, podría usar el gasoil de su depósito. -
- ¡Coño, es verdad!, buena idea chico. Le dejaré en el depósito apenas lo justo con el fin de utilizarlo en caso de necesidad, aunque con la lluvia el terreno está demasiado fangoso para moverse con él.-
- ¿Tiene con qué sacar el gasoil del depósito? -
- No, pero algo se me ocurrirá, no te preocupes. -
- Un trozo de manguera le puede servir. -
- ¿Y para qué iba a tener yo una manguera en mitad del bosque, muchacho? -
- Cierto, soy estúpido. -
- No, no eres estúpido y la prueba es que sigues vivo. Pero la próxima vez intenta no pensar como un chico de ciudad. -
Tras admitir la sugerencia, siguió pensando. Mientras tanto, Bubba iba deambulando por la cabaña abriendo cajones y revisando estantes, pero no lograba encontrar algo que apañar para conseguir su propósito. Incluso se le ocurrió una buena idea, como meter una prenda en el depósito, que esta se empapase de gasoil y luego exprimirla para obtener el combustible, pero esta vez fue Eddie quien le hizo desistir de la idea, pues eso llevaría demasiado tiempo e intuía que sus perseguidores no tardarían en aparecer.
- Si hubieras tenido una piel mudada de serpiente, nos habría servido - comentó Eddie.
- ¿Te has vuelto loco, chaval? -
- ¿Por qué?, nos valdría de conducto perfectamente. -
- Sí, pero no sería yo quien succionara a través de ella para sacar el gasoil, te lo aseguro. ¿Eres consciente de la cantidad de microbios que puede contener? -
- La verdad, no había reparado en ello, tan solo intento pensar algo rápido. -
Bubba le miró de reojo durante unos segundos y volvió a sus cavilaciones.
Finalmente, tras divagar un rato más, acabaron por hacerlo de la manera más rudimentaria. Los dos fornidos hombres unieron fuerzas para volcar de costado el quad, colocaron junto a la boca del depósito la garrafa que habitualmente utilizaban para llenarlo de gasoil y que previamente había traído Bubba del cobertizo, y destaparon el tapón para poder verter el combustible.
Cuando Bubba estimó que era suficiente, colocaron de nuevo erguido el vehículo y fueron a poner el gasoil en el generador, momento en que Bubba indicó a Eddie que se marchase a la cabaña, pues no quería tenerle allí fuera herido sabiendo que el olor de la sangre fresca podría atraer a ciertos animales, especialmente a uno de ellos.

Minutos después, la emisora de radio zumbó al ser encendida ante la esperanza reflejada en los ojos de Eddie.
- Al habla Bubba, al habla Bubba, ¿alguien me recibe?, cambio. -
Al otro lado solo se oía un hormigueo estático.
- Aquí Bubba desde Chugach, ¿me recibís?, cambio - insistía mientras movía el dial de la emisora tratando de encontrar la frecuencia idónea.
Tras unos segundos poco alentadores, la radio chasqueó con un ruido metálico y una voz entrecortada sonó al otro lado.
- Aquí Ko…jefe…ambio. -
- Kobe, llama a la policía y diles que manden ayuda lo antes posible, cambio. -
- No…igo…ien…¿pued…petir, …efe? -
- Digo que llames a la policía y manden refuerzos. -
- ¿Po...cía?, ¿...ara qué? -
- Intento de asesinato. Llámales. -
- Le …toy perdiend… efe. -
Y ya no pudieron oír ni siquiera el “cambio”, tan solo el sonido estático.
- ¡Me cago en la puta!, vaya mierda de emisora que cuando hace falta no funciona. -
Ante la cara de desolación de Eddie, el guardabosques se levantó y fue hacia la pared cogiendo un botiquín que colgaba de la misma.
- Voy a curarte eso cuanto antes. Quítate la chaqueta, camiseta y todo lo que esté impregnado de sangre, meteremos esas prendas en una bolsa y luego la quemaremos. -
- ¿Se ha vuelto loco? -
- ¿Quieres que Shelby te siga el rastro y haga contigo lo mismo que con el indio? -
Eddie al pensarlo sintió un escalofrío y automáticamente negó con la cabeza.
Bubba comenzó a desgarrar las telas alrededor de la herida para sacarle al chico las prendas
sin que rozaran el trozo de flecha, pues cada vez que ello ocurría el muchacho daba un respingo de dolor. Una vez con el torso desnudo, le dio una toalla de un estante para que la mordiese diciéndole:
- Aguanta, esto te va a doler - y tiró del trozo de flecha, cuya punta metálica al salir, provocó un alarido en Eddie, ahogado por el mordisco a la toalla.
El agua oxigenada regó generosamente la ahora espumeante herida, reduciendo el riesgo de posibles infecciones. Una vez limpiada, Bubba procedió a suturarla, y para hacer más llevadero el dolor al hacerlo, le propuso a Eddie que le contase lo ocurrido. Este, ávido por narrar la odisea que había vivido las últimas horas, le explicó todo con pelos y señales hasta llegar a lo del indio. Cuando hubo terminado, Bubba, que había escuchado atentamente lo relatado por el muchacho, le dijo:
- Shelby es una osa muy especial, ¿sabes? -
- ¿Por qué motivo? -
- Ella era una osa domesticada, era propiedad de un domador circense. -
- ¿Y qué hace aquí? -
- Es una larga historia. -
- Ahora mismo tenemos tiempo, al menos hasta que aparezcan Chazz y su séquito, aunque confío en que antes les encuentre Shelby y si no les devora, que al menos los asuste tanto que se tengan que marchar. -
- Yo no contaría con eso. Chazz es muy tenaz y no se irá por la intromisión de Shelby. -
- Pues entonces que se los coma. Igual se sacia con ellos y nos deja en paz a nosotros. -
- Verás - comenzó a decir con paciencia Bubba mientras sentado en su silla se echaba hacia delante frotándose las manos y bajando la vista, como si meditara cuidadosamente lo que iba a decir - yo de ti tampoco me alegraría de que Shelby haga de ellos su cena. -
- ¿Por qué, prefieres que lo seamos nosotros? -
- Evidentemente que no, además tendría un gran festín sobre todo conmigo - dijo con media sonrisa, secundado por la risa del muchacho.
- ¿Entonces? -
- Si Shelby consigue ese objetivo de zampárselos a todos, le hará aún más peligrosa. -
- ¿Y eso por qué? -
- Muy sencillo. Se ha comido al indio porque ella ya había probado la carne humana y al parecer debió gustarle, lo que significa que es muy probable que vaya tras ellos o tras nosotros. Pero lo peor es que está a punto de hibernar, lo que se traduce en que está comiendo todo lo que puede para ganar peso y soportar la dura época que se avecina, así que ya no se puede permitir el lujo de tener presas apetitosas al alcance de sus fauces y dejarlas escapar. -
- ¡Joder!, nos está mirando como a su despensa particular, ¿verdad? -
- Bueno, es una forma muy desagradable de decirlo, pero sí, algo parecido. -
- Mi gran día mejora por momentos - comentó el chico echándose las manos a la cara como pensando en lo que se le venía encima.
- ¿Aún sigues queriendo saber la historia de Shelby? -
- Sí - asintió lentamente Eddie - prefiero saber a qué nos enfrentamos.
- De acuerdo - dijo con resignación Bubba - pues es la siguiente. Había un circo que giraba por las poblaciones de Canada, entre cuyas atracciones estaba la de las peripecias de una osa y su adiestrador. El tipo era un borracho, y siempre que pillaba una buena cogorza la pagaba con el animal, le daba latigazos, palos, etc… -
Eddie escuchaba absorto ignorando prácticamente el dolor de estar siendo cosido a lo vivo, sin anestesia.
- El animal estaba completamente amedrentado, pues siempre había vivido en cautividad, de ahí también su tamaño al haber sido sobrealimentada. Pero como digo, era incapaz de defenderse, tenía un miedo atroz al látigo de su amo y más aún cuando una de esas tantas noches de embriaguez, un latigazo mal tirado por el desgraciado impactó en la cara de Shelby.-
- De ahí su cicatriz y ese ojo blanco, ¿no? -
- Exacto. Por la mañana, cuando se le pasó la resaca, el tipo al ver lo que había hecho, lloraba desconsolado porque realmente quería mucho a ese animal. Sin embargo Shelby, que siempre se había mostrado cariñosa y juguetona con él, permanecía en una esquina de su jaula sin querer acudir al encuentro de su amo como siempre hacia. En vez de eso, probablemente traumatizada por el suceso, cuando él se le acercaba, ella gruñía.
Pasaron unos días en los que parecía que todo volvía a la normalidad y la osa se mostraba más sociable, aunque nunca como lo era antes.
Una noche en plena función, tras uno de los números que constituían la actuación, el adiestrador se giró para saludar al público. Esto fue aprovechado por Shelby para abalanzarse sobre él zarandeándole como a un muñeco. Todos los esfuerzos del resto de trabajadores del circo por persuadirla fueron en vano.
Cuando el cuerpo del tipo quedó inerte sobre la pista, Shelby, a ojos del aterrorizado público, empezó a comérselo. La gente corrió en estampida hacia la salida de la carpa ante tan horrenda visión. Apenas le dio tiempo de ingerir un par de bocados de uno de los muslos del desdichado, cuando el domador de leones apareció con una pistola de dardos tranquilizantes proyectándole dos en el lomo. -
- Hay una cosa que no entiendo. ¿Por qué no la sacrificaron después de aquello? -
- Esa era la idea, pero al enterarse de la vejatoria vida que le daba su amo, la protectora de animales entró en escena con sus abogados para que el animal fuese indultado y puesto en libertad en un lugar donde pudiese vivir en paz. Las autoridades del estado no estaban muy convencidas, pero la fuerza popular hizo que finalmente cediesen y fue liberada. Decidieron trasladarla desde Canadá hasta aquí, en Chugach, lugar donde residen muchos osos y en el cual podría relacionarse y procrear libremente, aunque eso nunca ha ocurrido. Le gusta estar sola y cuando algún oso ha osado, nunca mejor dicho, arrimarse a ella, le ha atacado con ferocidad hasta el punto de hacerles huir.
Pero el verdadero problema es que un animal de estas características, una vez que ha matado y probado la carne humana volverá a hacerlo sin dudarlo si tiene la oportunidad. Por eso quiero que te deshagas de todo lo que lleves impregnado de sangre, porque teniéndote tan cerca ella sabe que estás herido y eres un buen bocado que no intentará dejar pasar. -
- Dios…- dijo Eddie desviando la mirada sobrecogido.
- Bueno, esto ya está. Voy a ponerte yodo, unas gasas, te lo vendaré y trataremos de salir de aquí. -
- Pero oiga, si me deshago de mi ropa, ¿con qué me visto?, ¿no pretenderá que vaya desnudo por ahí? -
- En aquel armario pequeño tienes jerséis, chaquetas y demás vestimenta mía de guardabosques. Coge lo que necesites. Te estarán algo grandes, pero es mejor que nada. -
- ¡Eh! - dijo Eddie levantándose dolorido de la silla.
- Dime - contestó Bubba, mientras guardaba en el botiquín los materiales utilizados en la sutura.
- Gracias. -
- No hay por qué darlas, ¡estoy aquí para salvarle el culo a los visitantes! - exclamó Bubba sonriendo, para añadir después - aunque se podría decir que tú eres de todo menos un excursionista.
En ese instante, la mueca distendida en el rostro de ambos, desapareció de raíz. Un par de disparos retumbaron en la tarde-noche que ya caía sobre Alaska.
- ¿Qué ha sido eso? - preguntó Eddie con los ojos muy abiertos. Bubba le miró y contestó:
- Eso solo puede significar una cosa. -
- ¿El qué? -
- Que Chazz y los suyos se han cruzado en el camino de Shelby. -

(CONTINUARÁ...)

Pepe Gallego

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"Sin aliento" (Cap.4 "Shelby") por Pepe Gallego se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.

4 comentarios:

  1. Bueno sevillano, la cosa se pone cada vez más interesante. Me alegra que Eddie haya encontrado refuerzos, porque hasta ahora parecía más que sentenciado. Me preocupa la falta de combustible y el camino embarrado. Un abrazo y hasta el próximo capítulo.

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  2. Muchas gracias por tus comentarios, Maguita. Espero no defraudar en los próximos capítulos para seguir contando con tu presencia en el blog :)

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  3. Me encantan los giros en cada capitulo. A ver como continúa esto, porque la osa tiene jama, y lo que empezó como una cacería humana puede acabar en una cacería de la osa.
    Soy JGigan.

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  4. Me alegro que te esté gustando, fenómeno. Eso me anima a continuar.
    Y hablando de continuar, ya tienes colgado el quinto capítulo. Espero que os guste ;)

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