martes, 22 de enero de 2013

"Oculto en las palabras" (Capítulo IV)


Cap.4 - “La criatura”



Las chicas, al unísono, gritaron al ver la puerta cerrarse. El pánico asomó a los rostros de todos. Mientras Claude y Philippe se esforzaban en tratar de abrir con golpes y volcando el peso de sus cuerpos, Malek, con parte de la cara cubierta de sangre, miraba anonadado cómo la mesa volvía a agitarse violentamente. El resplandor de otro relámpago iluminó la estancia fantasmagóricamente y el retumbar del trueno resultó ensordecedor. La tormenta ya estaba allí, sin embargo aquello era lo que menos preocupaba al grupo, que seguía viendo cómo una mesa redonda con una Ouija tallada, vibraba incontroladamente ante sus ojos. De pronto se detuvo. Eso hizo que Claude y Philippe cesaran en su forcejeo por abrir, y posaran su atención en la mesa. Tras unos instantes de tensa espera, un humo blanco, como si quemasen hojas verdes, empezó a surgir de la Ouija. Pero no lo hacía como si de una fogata se tratase, no. Emergía de manera densa y uniforme hasta ir formando una especie de silueta sin piernas. La temperatura en la estancia bajó de manera drástica. El vaho comenzó a brotar del aliento agitado de los muchachos. Durante unos segundos, aquella nebulosa extraña se mantuvo flotando con un ligero vaivén arriba y abajo. Parecía como si esperase algo. Quizás tan solo les observaba, si es que aquello era realmente un ente. El grupo de muchachos se lanzaban miradas furtivas unos a otros, pero nadie perdía de vista a aquella silueta que levitaba encima de la mesa. Como un horrendo flash, en lo que parecía ser la cara de la figura, aparecieron dos grandes y negros huecos a modo de ojos rasgados.


Un chasquido les hizo mirar hacia atrás viendo que la pizarra con anotaciones en alemán, se desprendía de su pared y barría el aire a toda velocidad en dirección a ellos. 
- ¡Al suelooo! - gritó Philippe, y todos le hicieron caso, observando cómo la pizarra silbaba por encima de sus cabezas, atravesando a la nebulosa y yéndose a estrellar contra la pared del fondo, partiéndose en dos y reventando los cristales de la ventana en forma de ojo de buey, por la que comenzó a entrar el viento frío del exterior salpicado de ráfagas de la intensa lluvia que la tormenta había desencadenado. La forma brumosa parecía haber desaparecido con el pasar de la pizarra, y los chicos tardaron en percatarse de que la puerta se había vuelto a abrir. Era como si hubiese anulado el poder que la mantenía cerrada. Fue Claude el primero en advertirlo. 
- ¡Vamos! - gritó a los demás - ¡es el momento de salir de aquí! - Pero en el momento en que se levantaban para correr hacia la puerta, aquella neblina volvió a aparecer ante la misma. Sin tiempo a que ni siquiera pudieran reaccionar, esta se lanzó hacia Malek. Lory empujó al muchacho y sintió cómo aquella cosa se introducía en ella. La chica se quedó con la boca y los ojos muy abiertos y comenzó a elevarse con los brazos en cruz, quedando suspendida a un metro del suelo con la cabeza echada hacia atrás dejando ver tan solo su blanquecino cuello y su barbilla. 
- ¡Lory! - dijo Adele yendo a su encuentro, pero cuando estaba a punto de agarrarla por los pies, con un movimiento rápido la pierna derecha de Lory con sus pesadas botas, surcó el aire y propinó un seco puntapié en el rostro de la chica pelirroja, derribándola de espaldas a dos metros de distancia. 
- ¡Adele! - gritó Claude y fue a socorrerla. Aún aturdida, logró incorporarse con la ayuda del chico pero notaba su pómulo izquierdo hincharse por momentos.
Lory comenzó a descender sin mover un músculo de su pose hasta tocar el suelo. 
- ¡Vámonos de aquí! - vociferó Malek a los demás. La cabeza de Lory se irguió de súbito hasta encarar de nuevo a los chicos. Pero aquello ya no era Lory, no. Sus grandes y preciosos ojos celestes, se habían tornado completamente negros, sin pupilas ni córneas que diferenciar, totalmente negros. La historia que Claude les contó y que parecía ser una leyenda, estaba cobrando vida ante ellos. Lory, o lo que quiera que fuese ahora, arqueó las cejas con expresión calmosa, y con una voz gutural le preguntó a Malek: 
- ¿Por qué te quieres ir?, ¿ya no te gusto? - ladeó un poco el cuello y añadió - ¿no te apetece follarme? - y acto seguido cambió su faz a una expresión cruel, agarró del cuello al muchacho y lo lanzó por los aires hacia la izquierda, con fiereza, como si no pesara más que unos gramos, atravesando toda la estancia y perdiéndose a través del ya roto ojo de buey. El grito de Thyra retumbó entre aquellas paredes repletas de libros. 
- ¡NOOO!... ¡Dios!, ¡lo ha matado!, ¡lo ha matado! - 
- ¡No gimotees, puta! - contestó aquella cosa, y girando lentamente la cabeza hacia Thyra, sonrió diciendo - Pronto te reunirás con él. - Philippe reaccionó y dando una rauda zancada hacia adelante, le propinó un puñetazo en la cara a Lory que quedó inmóvil con el rostro ladeado. - ¡Vamos! - chilló Claude al que siguió Adele, mientras Thyra cogía del brazo a Philippe, que aún permanecía mirando a Lory tras propinarle el puñetazo, y salieron cerrando tras de sí.


Un rugido infernal se oyó dentro de la habitación, mientras los cuatro chicos corrían ya escaleras abajo para salir de la sala del reloj. Cuando iban llegando al final del último tramo de peldaños, oyeron abrirse la puerta de manera estruendosa. Lory ya debía estar fuera y probablemente ya venía en busca de ellos. Llegaron a la estancia de la chimenea pero Claude les hizo un gesto para que le siguieran en sentido contrario hasta ocultarse en una opuesta a aquella. Ante la mirada interrogante de los otros, dijo susurrando: 
- El cuarto de la chimenea será el primer sitio en el que nos busque, y probablemente vaya luego a los sótanos, que son los lugares a los que hemos ido antes - y tras decir esto, les hizo un gesto con el dedo índice en los labios para que se callaran. Con sigilo, Claude se asomó al dintel de la puerta y observó a lo que una vez había sido Lory, que andaba algo agazapada tratando de ver u oír el más mínimo atisbo de vida para localizarles. Claude se volvió a ocultar y con el pulgar indicó a los otros que estaba ahí fuera. Respiró hondo y volvió a asomarse. Observó la sombra gigantesca que las llamas de la chimenea proyectaban de aquel ser, que como él predijo, entró a aquella estancia a buscarles. Momentos después, el ser salió caminando lentamente y se detuvo a escuchar. De pronto, corrió en dirección al pasillo que llegaba a las escaleras y sus pisadas se perdieron. Claude relajó el diafragma y recobrando la serenidad, les dijo a los otros: 
- No podemos permanecer juntos, eso le facilitaría las cosas, debemos dividirnos. - 
- ¿Por qué no llamamos a la policía?, ¿para algo tenemos móviles, no? - dijo Adele, que ya sacaba el suyo y antes de que los demás pudieran hacer lo propio, rectificó - Sin cobertura, no he dicho nada. 
- Era evidente - dijo Claude - estamos en mitad del bosque. Además, ¿quién iba a creer a una pandilla de intrusos en una propiedad privada, y para colmo con el guarda muerto?... 
Todo apunta a que nos lo hemos inventado todo, ¡y encima seremos acusados de asesinato!... ni hablar, no podemos pedir ayuda, esto debemos de resolverlo nosotros mismos. - 
- ¡Pero Claude, al menos si permanecemos juntos podremos hacerle frente! - se quejó Thyra. 
- ¡No podemos hacerle nada, cariño! - intervino Philippe - ¿acaso no has visto la fuerza que tiene? - 
- Escuchad, no hay tiempo para discutir. Philippe, cuando llegamos al castillo observé que en el lateral había un cubículo semiderruido que debería ser un establo o algo así. Lleva hacia allí a las chicas y ocultaos hasta que pase la tormenta, yo me reuniré con vosotros en cuanto pueda. Pero si veis que tardo en volver, huid a través del muro derribado en dirección al bosque. - 
- ¿Te has vuelto loco?... ¡no pienso dejarte solo, idiota! - contestó indignada Thyra. 
- Ni yo tampoco, eso está clarísimo - se sumó Adele. 
- ¡No discutáis, joder! - se impacientó Claude - a mí sólo me retrasaríais, haríamos más ruido y si nos alcanza moriremos los cuatro. Pero si yo logro distraerle, vosotros tendréis una oportunidad de escapar. Además, tengo una idea para acabar con esa cosa. - 
- Pero Claude, si la matas, también matarás a Lory, ¿no te das cuenta? - dijo Adele. 
- Ya contaba con ello…según la leyenda, aquel coronel mató a Schlaudraff, pero es evidente que el espíritu tan solo volvía a la Ouija a esperar que alguien, en este caso nosotros, volviera a jugar para escapar definitivamente. Y si matamos a Lory, volverá a hacer lo mismo. Pero si consigo sacarla de ella sin matarla, creo que no podrá regresar y puede que tengamos una opción de destruirlo. Venga moveos, cojamos las mochilas, meted en ella lo necesario y haced lo que os digo. - 
- ¿Y si te equivocas y falla tu supuesto plan? - preguntó Adele. 
- Tranquila, sé lo que hago - y diciendo esto, agarró de los hombros a la chica y la besó en los labios. 
- Más te vale saber lo que haces - apuntó Thyra abrazando a su hermano.



*    *    *    *    *    *


Cuando hubieron pertrechado sus mochilas, Claude se tumbó en mitad del pasillo tratando de observar a través de las grietas de la madera, que desprendían una mínima luz procedente del piso de debajo, o como en este caso de la planta baja, pues dicha grieta daba la visión del final de la escalinata principal y del salón. Al mirar, vio la silueta en penumbras de Lory, que había llegado a los lindes del salón y, tras parar de nuevo a escuchar y observar en derredor, marchó por la puerta que el propio Claude predijo, la que llevaba a la sala desde donde partía la bajada al sótano. Con un gesto de su mano derecha, indicó a los otros que se fuesen moviendo. Con sigilo, Adele, Philippe y Thyra, comenzaron a descender por la escalera, atisbando los peldaños como podían, pues la luz de la luna que anteriormente entraba por los ventanales, era ahora muy tenue debido a las nubes que en parte la ocultaban. Consiguieron llegar abajo y, mientras Philippe oteaba la sala contigua para ver si Lory seguía allí, con la cabeza iba indicando a las dos chicas para que avanzaran rápido en dirección hacia la parte contraria a la escalinata, desde donde salía un nuevo pasillo que llevaba al otro ala del castillo, donde probablemente se encontraba el establo o lugar derruido que les había indicado Claude.
Este, al ver que los tres chicos habían alcanzado el corredor indicado, se levantó del suelo, colocó la mochila en su hombro y comenzó a bajar con cuidado de no tropezar en la penumbra. Evidentemente, no quería encender la linterna para no llamar la atención de Lory. Al torcer la curva de la escalera, tocó con la punta del pie un pedazo de escombro derribado y este rodó con el consiguiente ruido. Rápidamente, para no ser descubierto, aprovechó el sonido del cascote cayendo para bajar a toda velocidad los escalones y ocultarse tras una de las altas columnas de mármol. No pasaron ni veinte segundos hasta que una especie de siseo o roce, resonara cada vez más cerca. Claude permanecía inmóvil aguantando la respiración, pero había cometido un error del que se percató al mirar hacia abajo. La tormenta había amainado su fuerza, y aunque la luz de la luna entraba con poca intensidad a través de los ventanales debido a las rojizas nubes que encapotaban el cielo, alumbraba lo suficiente para crear sombras, y la del chico se proyectaba alargada desde sus pies hacia la mitad del gran salón. 


Claude trataba de dominar su miedo cuando notó que el siseo se había detenido. Pensó que quizás era una ráfaga de viento la que había provocado aquel sonido, las corrientes de aire eran constantes debido a la multitud de ventanas rotas. Procurando auto convencerse de ello, continuó aguzando el oído, pero notó como una sombra cubría el suelo. Miró hacia la ventana para ver si era una nube desplazándose ante la luna, pero al desplazar la vista hacia arriba se quedó patidifuso. Lory estaba en el techo apoyada con manos y pies, con el cuello totalmente girado en una torsión imposible y le miraba con aquellos ojos negros.
Claude no se paró a valorar la aterradora situación y reaccionó echando a correr en dirección a los sótanos. Un chillido horrendo, como de una alimaña arrinconada, amplificado por el eco que producía la estructura vacía del palacio, hizo al muchacho girar la cabeza lo justo para ver cómo Lory se desplazaba a toda velocidad a gatas por el techo, rodeando las columnas y yendo en su busca. El chico descendió las escaleras a saltos arriesgándose a caer o torcerse un tobillo, pero consiguió llegar abajo sin hacerlo y esprintó por el pasillo que conducía a la cocina. Al llegar a la misma, se detuvo unos segundos para decidir qué hacer. Las pisadas aceleradas de Lory ya se oían al fondo del corredor, así que decidió ir por el pasaje de la izquierda, que antes no habían explorado, y llegó a una gran sala con aseos y duchas comunes. Seguramente eran las utilizadas en la época en que el edificio había sido utilizado como recinto deportivo. Sin pensarlo dos veces, se escondió en uno de los servicios, se alzó de pie en el váter y asomó mínimamente la cabeza por encima del cubículo, con la intención de vislumbrar a Lory en la oscuridad. No tardó en divisarla. Esta, con una mueca inexpresiva, miraba desde la puerta tratando de descubrir el paradero de su presa. Claude, al verla, se agachó para no ser visto y se guio por el sentido del oído. Tras unos segundos que le parecieron eternos, nada se escuchó. 


De repente, las pisadas de Lory audibles gracias a aquellas pesadas botas, se iban alejando, pero no hacia el lugar del cual provenía, sino hacia adelante. 
Claude salió del excusado con mucha precaución, llegó ante la puerta y al asomarse vio a Lory al fondo del pasillo ante un arco ojival. Claude sabía lo que era aquello, por eso en su huida había intentado llevarla hasta allí. Tuvo que armarse de valor para hacer lo que iba a hacer, pero sabía que de ello dependía la vida de su amiga Lory, y hasta puede que la de todos. Mentalmente contó hasta tres y salió de los vestuarios en dirección a aquella entidad a toda la velocidad que le permitían sus jóvenes piernas. Al oír sus acelerados pasos, la criatura se giró sorprendida pero ya Claude estaba a solo un par de metros. Este se lanzó hacia ella como si de un jugador de rugby se tratara, placándole por la cintura y derribándole hacia el interior de aquel arco ojival. Similar a quemarse en ácido sulfúrico, el cuerpo de Lory comenzó a humear y tras un grito desgarrador, la neblina escapó rauda de su cuerpo hasta situarse fuera de aquel arco. Ella quedó inmóvil en el suelo, mientras Claude aún tendido y con el aliento agitado, miraba a la forma nebulosa que flotaba desafiante ante la entrada, aunque no se atrevía a traspasarla. El muchacho miró la penumbra a su alrededor, y lo primero que sus ojos alcanzaron a ver fue un crucifijo de hierro anclado en la parte alta de una de las paredes. Luego vio algunos bancos desordenados e incluso tirados por el suelo. También había un altar de piedra, probablemente de mármol, aunque no se atrevía a asegurarlo debido a la mortecina luz. No había duda, era una capilla, la que él había leído de su existencia en descripciones que habían colgado en internet algunos visitantes del lugar. Su plan había funcionado. Se la jugó, sí, pero había conseguido sacar aquella cosa del cuerpo de su amiga, que sin embargo yacía tumbada e inconsciente. Volvió a notar aquel frío antinatural que transformaba el ambiente cuando el ente estaba cerca. Este, le observaba con aquellos huecos negros y crueles en mitad de la cara de la brumosa figura. Sabía que no podía entrar, así que se giró y en pocos segundos se perdió en la oscuridad del pasillo.



Claude agarró su mochila, que en la caída había desparramado su contenido por el suelo, y comenzó a meter las cosas de nuevo en su interior. Lory que empezaba a despertar, aún aturdida, preguntó a Claude: 
- ¿Qué ha ocurrido? - 
- ¿No recuerdas nada? - 
- Solo aquella cosa flotando ante la puerta que atacó a Malek - la muchacha miró a su alrededor y preguntó: 
- ¿Dónde estamos?... ¿y dónde están los demás? - 
- Eeeeh, Lory - comenzó a decir Claude deteniéndose a hacer una pausa para pensar bien cómo le iba a relatar los acontecimientos a la chica, hasta que dijo - esa cosa se introdujo en ti. - 
- ¿¿¿En mí???... pero, ¿¿¿cómo puede ser??? - preguntó angustiada. - Iba a por Malek, pero tú le empujaste y te pilló a ti. Después…- y Claude bajó la vista. 
- Después… ¿qué? - insistió Lory. El chico respiró hondo y volviendo a mirar a su amiga, contestó: - Malek tuvo un accidente. - - ¿Accidente?... ¿qué clase de accidente? - 
- Se…cayó…por la ventana. - - ¡¡¡QUÉ!!!...pero, ¿cómo? - Lory paró de hablar al ver a Claude desviar la mirada y entonces comprendió lo que sucedía - He sido yoooo… ¡Dios mío, yo le he matado!… - Ella se llevó las manos a la boca y sus preciosos ojos celestes adquirieron la brillantez de las lágrimas que de ellos empezaban a brotar. 
- Lo siento Lory - dijo Claude abrazándola, momento en que la chica rompió a llorar desconsoladamente. El muchacho le acariciaba su sedoso pelo azabache tratando de calmarla, pero al mismo tiempo dejando que desahogara su amargura. Durante un par de minutos permanecieron así hasta que ella fue remitiendo en su llanto convulso. Cuando pareció retomar el control, Lory se apartó de Claude con sus ojos enrojecidos y le dijo: 
- ¿Dónde están los demás? - 
- Les envié al otro ala del castillo a ocultarse hasta que volviese, pero les dije que si veían que yo tardaba, que se fuesen de aquí. - 
- Espero que lo hayan hecho y tú también deberías hacerlo - dijo Lory levantándose con determinación. 
- ¿Qué dices?, ¿adónde vas? - 
- A matar a esa cosa, no sé cómo, pero tengo que matarla. No puedo quedarme con esta culpa dentro. -
- ¡Espera! - dijo Claude mirando a Lory, y tras reflexionar unos segundos, añadió - yo también quiero acabar con lo que quiera que sea eso… mi hermana, mi chica y mi mejor amigo, están en peligro también, ¡no pienso marcharme!… además, puede que sepa un modo de aniquilar a esa cosa, no sé si funcionará, pero…- Lory no le dejó acabar y le apremió: 
- Dímelo. - 
- Creo que si destruimos la Ouija, puede que destruyamos a ese ser… el problema es que debe seguir vagando por el castillo y si nos encuentra fuera de esta capilla, corremos el riesgo de que nos vuelva a poseer. - 
- Pues es un riesgo que debemos asumir… no podemos quedarnos encerrados aquí toda la vida. - 
- Bueno - dijo Claude pensativo - creo que hay una manera de detectar si está cerca - Lory le miró arqueando las cejas en señal de estar esperando una respuesta, y Claude se la dió - he notado, tanto en la habitación donde se encuentra la Ouija como ahora al separarse de ti, que cuando es un fantasma, ente o como se llame, la temperatura del lugar en el que se encuentra, baja drásticamente. - 
- Ya es algo - dijo Lory. Ambos se miraron, comprobaron que no había nada en el exterior del arco de la capilla, y comenzaron el camino de vuelta con sigilo.



*    *    *    *    *    *



Philippe, Thyra y Adele, llegaron al final del largo pasillo y subieron unos peldaños a la derecha hasta llegar a un lugar semiderruido. Como predijo Claude, tenía pinta de ser unas caballerizas o un establo en otro tiempo, aunque la acción de los elementos meteorológicos lo había dejado en un estado precario, con un trozo de techo y pared derribado en una de sus esquinas y por donde se colaba el viento y el agua. En el otro rincón del lugar, había un armario o algo parecido, sin embargo los chicos seguían observando la parte deteriorada. En ese instante el chico comentó: 
- ¿Os habéis dado cuenta, de que no ha vuelto a sonar el reloj de la torre? - 
- Claro - contestó Thyra - todo estaba enfocado por ese ente para llevarnos hacia allí y que pudiésemos descubrir la sala donde se ocultaba. - 
- Y por mi culpa ahora Malek está muerto y Lory poseída - añadía abatida Adele - no debí votar por hacer la sesión de Ouija. - 
- Si hay algún culpable en todo esto, ese soy yo - le rebatió Philippe - que fui quien derribó la pared e insistió en utilizar la Ouija. - 
- No debéis torturaros por eso, todos lo hicimos y todos somos culpables. Quizás Lory sea la víctima pues era la única que no quería hacerlo. Espero que Claude esté en lo cierto y sepa cómo sacarle ese puto espíritu de su interior - contestó Thyra. - 
- Yo no puedo quedarme de brazos cruzados. Quedaos aquí y no hagáis ruido, yo voy a intentar encontrar a Claude - dijo resueltamente Philippe. - 
- ¡Ni hablar, mi hermano dijo que le esperáramos aquí! - 
- ¡Tu hermano puede necesitar mi ayuda!, ¿pero es que no lo entiendes? -
- Iremos contigo - dijo decidida Adele. - 
- ¡Escuchad! Os quedaréis aquí ocultas, yo puedo desplazarme mejor solo. Además, si Claude vuelve debe encontraros en este lugar. Estaré de vuelta antes de lo que imagináis - y sin dar tiempo a la réplica, besó a Thyra apasionadamente y salió al trote de puntillas para hacer el menor ruido posible.


Cuando el muchacho se hubo marchado, las chicas tardaron un minuto en volver a dialogar. Ambas estaban sumidas en sus pensamientos. La preocupación les carcomía. Thyra mordisqueaba sus uñas, Adele se frotaba la hinchazón de su pómulo. 
- Veamos qué hay tras el muro derribado - dijo finalmente Thyra. Las dos fueron hacia ese punto que daba al exterior, pero antes de que pudieran asomarse notaron un frío intenso. Se miraron con los ojos muy abiertos comprendiendo simultáneamente lo que ocurría. Agarrándose de la mano corrieron juntas hacia el rincón oscuro donde se encontraba el armario que antes habían visto al llegar, percatándose de que en realidad era una especie de vieja alacena de madera, cuyas puertas estaban labradas de maderas cruzadas entre sí, a modo de reja, dejando aberturas transpirables en cada cruce. Se ocultaron dentro del desvencijado cubículo y observaron a través de los huecos. El frío era cada vez más penetrante. Las jóvenes intentaban contener el temblor de sus cuerpos para no crear el más mínimo ruido o movimiento que delatara su posición. Aquella extraña neblina en forma de cuerpo humano sin piernas, apareció flotando en el establo. Su avance era lento pero sin pausa. Ya había llegado a la mitad del lugar pero seguía adelante. Las chicas contuvieron la respiración al ver que la figura cada vez estaba más próxima y seguía sin detenerse. Parecía como si supiese que ellas estaban cerca, como un depredador del Serengueti husmeando el aire para captar el olor de su presa. Cuando hubo llegado ante la alacena de madera, de la que le separaban apenas tres metros, se detuvo. Estuvo así unos segundos. Poco a poco giró la cabeza hasta mirar fijamente hacia donde estaban las chicas. Thyra, al ver el terror en el rostro de Adele, tapó con sus manos la boca de su amiga, y de los ojos de esta comenzaron a brotar lágrimas. La silueta brumosa, como si lo intuyese, comenzó a avanzar despacio hacia la alacena.



*    *    *    *    *    *



Lory y Claude ya habían alcanzado las escaleras que subían del sótano hacia la planta baja. Ascendieron poco a poco y, tras comprobar que no había nadie al llegar arriba, atravesaron la estancia que daba al gran salón. Todo parecía en calma, así que encaminaron sus pasos por la escalinata principal. Estaban resueltos a ir a destrozar la Ouija, así que no dudaron ni por un instante en lo que debían hacer, sobre todo Lory, cuya mente giraba en torno a lo que le había ocurrido al malogrado Malek, o lo que aquella cosa le había hecho directamente a ella. Tenía miedo, claro, pero su determinación por vengarse era aún mayor.
Atravesaron el pasillo y al llegar ante la sala de la chimenea, algo se les echó encima. Claude empujó a Lory hacia un lado y él se lanzó al otro rodando sobre sí mismo.
La luz del pedazo de tronco incandescente que portaba Philippe en la mano derecha, ya rasgaba violentamente el aire en dirección a Lory, que se tapó el rostro con el brazo izquierdo esperando el inevitable mandoble. 
- ¡Quieto Philippe! - gritó Claude, y al oírle, el muchacho detuvo su ataque enfurecido a solo unos centímetros del rostro de Lory. - ¿Claude? - preguntó sorprendido Philippe girándose hacia su amigo. - Sí, soy yo, y ella vuelve a ser Lory, ya no es esa cosa. - 
Philippe la miró y cuando esta se apartó el brazo con el que se protegía la cara, pudo ver los preciosos ojos celestes de esta, ya no eran aquellos abominables ojos completamente negros. El joven relajó el rostro y le tendió la mano a la chica para levantarla del suelo. 
- ¿Qué haces aquí? - le preguntó Claude - ¿por qué no estás con las chicas? - 
- Ellas estarán bien, las dejé donde me dijiste y supuse que podrías necesitar ayuda. - 
- Pues no has debido dejarlas solas, ahora esa ente está deambulando por el castillo y podrían estar en peligro. - 
- No entiendo, ¿cómo has conseguido que eso saliese del cuerpo de Lory? - 
- Por lo que había leído sobre el lugar, sabía que existía lo que una vez fue una capilla. Pensé que si conseguía atraerle a ella, quizás sirviese para anular sus poderes de posesión. Tuve suerte de encontrarla en el último momento, sino no lo habría contado. Pero el problema sigue aquí. - 
- ¿Y qué piensas hacer? - 
- Lory y yo vamos a intentar destruir la Ouija… puede que no sirva de nada, pero hay que intentarlo. - 
- Vale, voy con vosotros. - 
- Ni hablar, márchate a por Thyra y Adele. Llévatelas de aquí a través del bosque. Nosotros nos encargaremos de que no os siga. - 
- ¿Y vosotros qué haréis? - 
- Intentar que nadie más pase por lo que nosotros estamos pasando - contestó Lory. - 
Philippe abrió la boca para protestar, pero no lo hizo al ver la determinación en el rostro de ambos chicos. 
- Está bien, tened cuidado - y cuando se dispuso a marcharse, Claude le frenó. 
- Si notas una rápida bajada de temperatura, escóndete. Eso significa que ese puto ente anda cerca. - 
Philippe asintió con la cabeza y se fue por el pasillo de arcos azul cobalto. 



Lory y Claude, continuaron en dirección a la escalerilla oxidada que daba a la torre del reloj. Cuando llegaron arriba, pensaban encontrarse con aquel ente, pero no había nadie. Lo único que había era la puerta reventada en el suelo. Entraron de nuevo a la estancia y observaron la quietud de la mesa, salpicada de agua de lluvia que el aire que se colaba por la ventana de ojo de buey arrastraba hasta ella. De las siete velas que Malek encendió en el candelabro, tan solo tres quedaban encendidas, pues las otras cuatro debían haber sido apagadas por el propio viento. Pero aun así, era suficiente luz para ver. 
- ¿Con qué la destruimos? - no tenemos un hacha o alguna herramienta para partirla - observó Lory. 
- Pero tenemos las pastillas para encender fuego que utilicé en la chimenea, así que podemos quemarla. - 
Ella asintió dando validez a la idea y el joven metió la mano en su mochila para coger las pastillas, pero aunque buscaba y rebuscaba, no las encontraba. Miró dentro impaciente y vio que no estaban. Entonces cerró los ojos contrariado.
- ¿Qué ocurre? - preguntó Lory. 
- En la capilla se me desparramó todo el contenido de la mochila. Creí haberlo recogido todo, pero obviamente las pastillas han debido quedarse allí. - 
- Bueno - y con la mano abierta, Lory le indicó a Claude hacia las estanterías - aquí hay muchos libros. Usémoslo como conductor del fuego. - 
- Tienes razón - y con un gesto le indicó a la chica para volcar una estantería de libros sobre la mesa, pero cuando iba a hacerlo se detuvo. 
- ¿Y ahora? - preguntó ella impaciente, a lo que Claude contestó pensativo: 
- Si atacamos a la Ouija aquí mismo, él seguramente se dé cuenta y tendría muchas posibilidades cogernos antes de poder salir de esta torre y ocultarnos. - 
- Tienes razón - dijo Lory agachando la cabeza. Tras unos segundos, la volvió a alzar y propuso: 
- ¿Y si la lanzamos por la ventana?... desde esta altura, la mesa se rompería y si no acabamos con esa cosa, al menos podría desconcertarse el tiempo justo para que nos dé tiempo a bajar, escondernos hasta que suba, buscar a los demás y marcharnos. - 
- No es mala idea, intentémoslo. -
Cuando levantaron la mesa y la arrimaron a la ventana, no sin esfuerzo pues pesaba bastante, Lory miró abajo y apartó rápidamente la vista cerrando los ojos. Claude entendió lo que pasaba, pero aun así se asomó y vio lo que esperaba ver, el cuerpo retorcido de Malek. Tenía el cuello anormalmente girado de la caída, y la pierna derecha rota hacia arriba, de tal manera que la punta del pie la tenía casi a la altura de la cabeza. Era una visión dantesca. 
- Venga, no fue culpa tuya y lo sabes - le dijo Claude a la chica, que asintió con la cabeza y agarró con rabia el extremo de su mesa. Él hizo lo mismo, apoyaron la mesa en el alféizar redondo de la ventana, y cuando iban a lanzarla, vieron que en la parte posterior de la Ouija, había un compartimento cuadrado también de madera y con una pequeña cerradura. 
- No hay tiempo - le convino Lory a Claude como leyendo sus pensamientos de querer abrirlo, así que sin pensarlo dos veces, lanzaron la mesa por el ojo de buey.



*    *    *    *    *    *


La silueta estaba ya a un metro de la alacena. Las chicas cerraron sus ojos esperando lo peor. Un estruendo resonó cerca, como si algo se hiciese astillas. En ese instante la figura retrocedió unos metros volviéndose hacia la pared semiderruida. Las dos muchachas, con los ojos muy abiertos, observaban atónitas lo que a aquello comenzó a ocurrirle. Un chillido agudo se transformó en gutural, y esa nebulosa empezó a cambiar. En pocos segundos, se volvió más opaca y al mismo tiempo sus formas se definían. Lo que antes era solo una silueta de cintura para arriba, ahora lo era completa y debía medir unos dos metros y medio. Lo primero que se hizo claramente visible fue su musculosa espalda, luego sus hombros, sus piernas. El color de su piel era de un celeste blanquecino. Surgieron unos poderosos brazos acabados en unas huesudas manos de la cual partían largas uñas negras. Del final de la espalda, justo encima de los glúteos, emergió una larga cola que se hacía más delgada en su punta, como si de un látigo se tratase. De la cabeza, desprovista de pelo, sobresalían dos pequeñas orejas acabadas en punta hacia atrás. La nebulosa ya había desaparecido y lo que quedaba era aquel ser enorme. Mientras parecía observarse sus propias manos, como si no creyese lo que veía, una risa infernal fue creciendo en aquel ser, retumbando en cada rincón del establo. A las muchachas, no les dio a tiempo a verle de frente, porque echó a correr a grandes zancadas en dirección a la puerta. Cuando estaba a punto de salir por la puerta del establo, la fatalidad hizo que un sonido electrónico inundara el supuestamente vacío establo. El enorme ser detuvo su carrera en seco y giró la cabeza hacia el lugar de donde provenía el sonido. Adele, temblando de pavor y sollozando, trataba de sacar de su anorak el teléfono móvil que con aquel sonido avisaba de que su batería estaba casi agotada.
De súbito, las puertas de la alacena fueron arrancadas saliendo despedidas, y ambas chicas gritaron desgarradoramente al ver el rostro del mal en estado puro. De nuevo sus ojos completamente negros, la nariz aguileña, los prominentes pómulos o aquellos finos labios morados, que al esbozar una cruel sonrisa de satisfacción, dejaron entrever dos filas de amarillos dientes afilados, entre los que destacaban cuatro colmillos del doble del tamaño normal. 



Cuando se disponía a apresar a ambas muchachas, algo golpeó violentamente en su cabeza haciéndole dar un traspié hacia la derecha. 
- ¡Vamos hijo de puta, ven a por mí! - gritó desafiante Philippe apuntándole con la linterna y alzando otra piedra en su mano. El abominable ser, abrió sus brazos a los lados mostrando sus garras y rugió enfurecido dispuesto a iniciar la carrera hacia el chico. Este, sin amilanarse lo más mínimo, le lanzó de nuevo la piedra con todas sus fuerzas, pero con un movimiento raudo de su cola, el ser la desvió yéndose a estrellar contra la pared de enfrente. Al ver que el ser arrancaba en su dirección, el muchacho puso la mayor potencia en el foco de su linterna alumbrando directamente a los ojos de la bestia, que aunque no se frenó, sí que aminoró su batir de piernas, tapándose el rostro con el brazo izquierdo. En ese momento, Philippe aprovechó para dirigirse a las chicas gritando: 
- ¡¡¡Escapad!!! - y acto seguido se marchó corriendo por el pasillo perseguido por la criatura.

(CONTINUARÁ...)

Pepe Gallego

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miércoles, 9 de enero de 2013

"Oculto en las palabras" (Capítulo III)


Cap.3 - “Curiosidad malentendida”


Unos miraban con la boca abierta, otros contemplaban la escena con la respiración entrecortada, pero haberse quedado estupefactos era algo común en todos los presentes. Y a pesar de ello, sentían la curiosidad de saber qué guardaba aquella puerta tan celosamente escondida tras el muro derribado por Philippe, que se había abierto sola a una determinada hora. Malek, avanzó con la linterna con paso firme. Una densa tela de araña atravesaba la mitad de la misma. La apartó como pudo, no sin quedársele trozos pegados de la misma en la manga del impermeable. Apuntó con el haz de luz al interior y... 
- ¿Qué ves?, ¿qué hay dentro? - preguntó con impaciencia Claude. Malek no contestó, simplemente avanzó hacia dentro. Tras unos segundos de dudas y de miradas entre los chicos, Claude fue tras él seguido por los demás. Al entrar, observaron lo que parecía un amplio despacho rectangular recubierto de estanterías de libros. A la izquierda se encontraba una pizarra con anotaciones por doquier completamente en alemán. También había una repisa con un candelabro, cuyos siete brazos estaban unidos por telarañas. Cada brazo soportaba su correspondiente vela, que se veían algo usadas. Aunque la habitación parecía guardar un cierto orden, todo permanecía cubierto de una gruesa capa de polvo.



- ¡Eh, mirad! - dijo Lory enfocando hacia su derecha. Había varias sillas en torno a una mesa redonda, y sobre ella había un objeto. Acercándose todos poco a poco, vieron que era una copa. - Joder, ¿cuánto tiempo llevará esta copa aquí?, tiene tanto polvo que no se ve ni el cristal - comentó Philippe. 
- Es que creo que no es de cristal - dijo Malek, alargando la mano y pasando el dedo por su borde para rasgar el polvo y comprobarlo. 
- Plata, creo que es de plata - dijo al ver rebotar la luz sobre ella. 
- Tío, pues nos la podríamos llevar porque con la de años que debe llevar aquí seguro que vale una pasta - dijo Philippe alzándola y dándole la vuelta para mirar el pie de la misma. En ese instante un relámpago acompañado del trueno retumbó en el lugar, proyectando la luz a sus espaldas. Todos se giraron para observar al fondo de la estancia algo que aún no habían visto. Una amplia ventana redonda a modo de ojo de buey como las que suelen encontrarse en los áticos, era la causante de haber dejado entrar la luz del relámpago. 
- Creo que eso ha sido una señal de que deberías soltar la copa donde estaba, Philippe - comentó Thyra. Philippe, contrariado, depositó lentamente la copa boca abajo de nuevo sobre la mesa. De súbito, en cuanto notó el roce del filo de la copa, la mesa reaccionó tomando a todos por sorpresa con una especie de espasmo, expulsando el polvo como si de la onda expansiva de una pequeña bomba se tratara, haciendo a todos retroceder instintivamente, cerrando los ojos y tapándose la cara con las manos. Cuando la densa nube de polvo comenzaba a disiparse, Lory se limpió las gafas con la manga y se acercó a la mesa. 
- ¡Dios! - 
- ¿Qué ocurre Lory? - preguntó Thyra con los ojos entrecerrados intentando ver algo. 
- Creo que aquí hay una parte de la historia que nos contó Claude. -



Poco a poco comenzaron a acercarse hasta la mesa y vieron asombrados que había un abecedario arqueado con los números del 0 al 9 en el centro. Estaba tallado en la propia mesa y abarcaba gran parte de la misma. 
- ¡Esta debía ser la Ouija de Wolfgang Schlaudraf, estoy seguro! - dijo Claude entusiasmado. 
- No sabemos si esa historia era real, ni tan siquiera si existió el tal Wolfgang Schlaudraff - replicó Malek. 
- ¿Entonces cómo explicas lo de la Ouija? - 
- Puede ser coincidencia. Igual alguien sabía de su existencia y luego inventó la leyenda urbana de rigor. - 
- ¿Sí? - intervino Lory cruzándose de brazos con gesto contrariado mirando a Malek - ¿y cómo explicas entonces la apertura de la puerta coincidiendo con las diez de la noche? - Malek no contestó, solo sonrió al ver la pose molesta de Lory, que le miraba con aquellos grandes ojos celestes. Esta, al ver la sonrisa de él, dijo: 
- ¿Por qué te ríes?, ¿te parece gracioso? - Malek se tomó un par de segundos para contestar. 
- Me río porque no esperaba que tuvieras ese genio…y debo añadir que te favorece. - En un instante, el tono pálido habitual del rostro de Lory se tornó rosado intenso en sus mejillas. La chica, tratando de ocultarlo, se giró hacia la mesa aunque ya era inútil.



Intentando echar una mano para distender la divertida situación, Adele preguntó: 
- ¿Por qué se le llama Ouija a este artefacto? - 
- Significa “Sí” y “Sí”, en francés y alemán respectivamente, “Oui” y “Ja” - respondió Philippe, al que todos miraron sorprendidos incluida su novia Thyra, a lo que él aclaró - ¡Eh!, que de jugar al Trivial algunas cosas se quedan. - 
- ¿Qué son estas dos palabras de las esquinas de arriba, “Ja” y “Nein”? - señaló Thyra. 
- “Sí” y “No” en alemán. Lo que está claro es que fue tallado por un alemán o para un alemán - contestó Claude. 
- Bueno, digo yo que podríamos probarla, ¿no? - dijo Philippe. 
- No creo que debamos jugar con eso - opinó Lory. 
- ¿Cómo?, precisamente tú que vas de gótica, ¿me vas a decir que te da miedo? - dijo incrédulo Claude. 
- ¡No confundas!, ¡que me guste la música y la vestimenta gótica, no significa que sea una flipada que va quemando iglesias y adorando a Satán o las cruces invertidas! - contestó visiblemente irritada Lory. 
- Vale, vale - dijo Claude sonriendo con las manos levantadas en señal de rendición. 
- Escuchad, yo no creo en estas cosas de contacto con espíritus y demás, así que me mantengo en opinión neutra. Elegid vosotros si queréis utilizarla o no, eso en caso de que sepáis hacerlo, claro - dijo Malek. 
- Yo tengo curiosidad, nunca he estado en una sesión de Ouija - comentó Adele. 
- No sé…- comenzó a decir Thyra - a mí no me da miedo la Ouija, pero estoy intranquila con las cosas que están pasando, lo del reloj, la puerta abierta a la hora exacta…no sé. - 
- ¡Vamos cariño!, estamos en un castillo abandonado donde no hay nada más que ver o hacer. Es solo para no aburrirnos, queda toda la noche hasta que nos vayamos mañana - trató de convencerla Philippe. 
- A mí también me apetece utilizarla, tengo curiosidad - dijo Claude riéndose para burlarse de su hermana Thyra, a la que no le hacía ninguna gracia y lo miraba seria.
- Bueno - y Malek hizo un gesto de resignación al cruzar la mirada con Lory - parece ser que hay mayoría. - 
- Solo hay cinco sillas - observó Lory que tratando de justificarse dijo - así que sentaos vosotros y yo os observo. - 
- No te preocupes - dijo Philippe - quédate con mi asiento, yo me fabricaré uno - e ignorando la mirada de los demás, salió por la puerta de la habitación y volvió con un montón de ladrillos apilados de la pared caída. Cuando hubo traído varias tandas, los apiló de tal manera que tomaron la forma de un taburete rectangular.


Todos fueron tomando asiento en torno a la mesa. Malek cogió el candelabro, quitó como pudo las telarañas cercanas a las velas, y con un zippo que extrajo del bolsillo lateral de su pantalón, prendió cada una de ellas. Una vez conseguido, todos apagaron las linternas para ahorrar pilas, y Malek colocó el candelabro en una repisa adyacente desde donde alumbraba perfectamente dando un ambiente más adecuado. Adele fue la primera en tomar la palabra. 
- ¿Cómo se comienza una sesión de Ouija? - 
- Yo la hice una vez en el colegio. Primero creo que todos deben agarrarse de las manos en torno a la mesa y concentrarse cerrando los ojos y respirando hondo tres veces - explicó Claude. 
- ¿Tú hiciste una sesión de Ouija en el colegio? - inquirió sorprendida Thyra. 
- ¿Y qué pasó? - preguntó expectante Adele. 
- Nada. Sonó la bocina del recreo y todos se asustaron y se marcharon corriendo. Fue una cagada. - 
- En fin - intervino Malek - hagamos lo que dice Claude, a ver qué ocurre. -


Fueron agarrándose de las manos. Claude asió por su derecha la mano izquierda de Adele, ella la de Malek, que abrió su mano derecha hacia Lory que esta accedió coger a regañadientes, mientras Malek sonreía para transmitirle calma. De Lory se agarró Philippe, de él su novia Thyra, y esta a su hermano Claude, lo que ya cerraba el círculo. A la señal de Claude, todos cerraron sus ojos y respiraron hondo tomando oxígeno hasta llenar sus pulmones, para posteriormente exhalar el dióxido de carbono y volver a comenzar hasta completar las tres veces. Una vez consumado el proceso, abrieron los ojos y miraron interrogantes a Claude. 
- ¿Qué? - preguntó Claude ante la mirada interrogante de los demás. - ¡Que nos digas el paso siguiente, alelado! - le espetó Thyra. 
- ¡Ah sí!, supongo que ya podéis soltaros de las manos - cosa que hicieron de inmediato. 
- ¿Y? - preguntó impaciente de nuevo Thyra. 
- ¡Joder!, no me metas más presión… ¡ni que yo hiciese esto todos los días! - se quejó Claude a su hermana. 
- Venga colega, lo estás haciendo bien, continúa - dijo Philippe que a posteriori le hizo un gesto con los ojos a Thyra reprendiéndola.
- Vale - prosiguió Claude - ahora debemos poner la copa boca abajo en el centro del tablero y colocar cada uno el dedo índice tocando el pie de la copa, que ahora es la parte de arriba al estar la copa volteada. - 
- ¿Qué dedo índice, el de la mano derecha o el de la izquierda? - 
- No sé, Lory, el que te venga en gana - dijo Claude encogiéndose de hombros.



Una vez que todos estaban tocando el filo del pie de la copa, volvieron a mirar a Claude. 
- Creo que ahora lo siguiente es hacer una pregunta. - 
- Espera un momento - intervino Malek apartando el dedo de la copa, cosa que instintivamente hicieron todos - ¿qué tipo de pregunta vamos a hacer?, porque creo que no es bueno deliberarlo mientras estamos en posición de tocar la copa. Sugiero que cuando nos pongamos en posición, ya sepamos lo que queremos preguntar, ¿no? - 
- Sí, tienes razón - añadió Adele - supongo que será lo típico que sale en las películas, lo de “si hay algún espíritu ahí, que haga una señal”, ¿no? - 
- Si, pero en caso de responder afirmativamente, ¿qué le preguntamos? - 
- No sé Philippe, creo que lo más normal es preguntarle quién es o por qué permanece aún aquí, etc…- contestó Claude. 
- ¿Estamos de acuerdo en preguntar eso? - y ante la afirmación de todos, Malek se dirigió a Claude - pues ya sabes lo que hacer. - 
- ¿Por qué debo preguntar yo?, ¿los demás sois mudos o qué? - 
- Venga Claude, tú eres el único que sabe algo de esto - le intentó convencer Malek. 
- Ya, pero para hacer una pregunta no hace falta ser un erudito en la materia, basta con preguntar. 
- Venga, lo harás bien - dijo Adele besándole la mejilla, cosa que disipó las dudas de Claude. 
- Está bien, lo haré. - 
- Tíos - dijo Thyra negando con la cabeza, lo que hizo que Philippe la agarrara echándole el brazo por encima del cuello y la besara en los labios, a lo que esta dijo empujándolo con el entrecejo fruncido pero con media sonrisa - ¡quita! - 
- Venga, volvamos a colocar los dedos en la copa - y una vez hecho, Malek añadió - tú mandas, Claude. -
- Una cosa debo deciros antes de que se me olvide. Pase lo que pase, se mueva la copa o no, contactemos con un espíritu o no, ni se os ocurra marcharos de la habitación hasta haber cerrado la sesión - dijo el muchacho en tono de advertencia. 
- ¿Qué ocurriría en tal caso? - inquirió Philippe. 
- Pues que dejaríamos una puerta abierta a la entrada de todo tipo de espíritus, entre los que se encuentran los malignos…al menos eso es lo que se dice. No sé si será verdad, pero creo que es hasta cierto punto razonable que una vez abras una sesión también debas cerrarla al acabar, al menos por precaución. - 
- ¡Ufff! - comenzó a decir Malek rascándose la frente y sonriendo - yo es que no creo en estas cosas…pero bueno, si tú lo dices...todo sea porque no entren espíritus malignos y demás parafernalia - acabó diciendo Malek con sarcasmo.
- ¿Cuál sería la forma de clausurar la sesión? - preguntó Lory. 
- Eso sí lo recuerdo bien, porque aquella vez en el colegio yo era el encargado de cerrarla. Hay que dar las gracias al espíritu por contestar las preguntas realizadas y esperar a que la copa se dirija a la palabra “adiós”, que en este caso supongo que será esa palabra que hay abajo del tablero que pone “ende”. - 
- Pues una vez aclarado, puedes comenzar - le convino Malek.
El chico respiró hondo, echó un vistazo rápido a los demás, miró la copa y formuló la pregunta: 
- ¿Hay algún espíritu en esta sala?,… de ser así, haznos una señal. - Todos aguantaron la respiración con la tensión reflejada en el rostro, menos Malek que permanecía sereno. Pasados unos segundos en los que no ocurrió nada, todos posaron la mirada en Malek. 
- Ya os dije que no ocurriría nada. - 
- Espera, lo mismo el ente duda si entrar en contacto con nosotros o no - replicó Philippe. 
- Sí claro, como si tuviera algo mejor que hacer tras tantos años esperando a que alguien descubriese esta estancia - contestó Malek, pero dicho esto, un movimiento acompañado del sonido que producía el roce de la copa de plata en la madera, hizo mirar a todos asombrados hacia el tablero. La copa, de manera lenta pero sin detenerse, se movía bajo sus dedos desplazándose hacia la esquina superior izquierda hasta detenerse en la palabra “Ja”. 
- Ni se os ocurra mover un músculo - dijo Claude fulminando con la mirada a los demás, ante la agitación en ellas y la tensión en ellos que mostraban sus rostros. Malek miró a Philippe para reprocharle que seguramente él era quien estaba moviendo la copa con sus tonterías, pero al ver su faz totalmente demudada, declinó hacerlo al comprender que Philippe estaba tan sorprendido como lo podía estar él mismo.
- ¿Quién eres? - preguntó Claude antes de que ninguno pudiese reaccionar. La copa no se movió. 
- ¿Eres Wolfgang Schlaudraff? - insistió Claude. La copa comenzó a desplazarse en horizontal hacia la derecha y se detuvo en “Nein”. - ¿Por qué sigues aquí? - continuó preguntando Claude, pero la copa volvió a quedarse quieta. Con la mano izquierda, Adele le hizo un gesto a Claude de que continuara preguntando, a lo que este se encogió de hombros con ademán de encontrarse bloqueado. Tras titubear, volvió a preguntar lo primero que se le vino a la mente. 
- ¿Eres de la Orden Negra? - la copa comenzó a desplazarse de nuevo hacia la izquierda, pero a mitad de camino, retrocedió de nuevo hasta la palabra de negación. 
- ¿Y desde cuándo estás aquí? - la copa, por primera vez, se desplazó rápidamente y se detuvo en el número 0. 
- No puede ser - comenzó a decir Lory - este castillo se levantó tras la revolución francesa, eso es en el siglo XIX. - 
- Quizás esté indicando la antigüedad de la Ouija - aportó Adele. 
- No, las Ouijas se comenzaron a ver por el siglo XIX también, no puede haber tanta distancia de fechas - concluyó Claude.
- Pues entonces pregúntale qué quiere decir con 0 - instó Adele a Claude. 
- ¿Nos estás engañando? - preguntó repentínamente Lory. 
- Lory, no creo que funcione, soy yo quien debe formular las preguntas porque he sido el que ha iniciado el contac… - y Claude no pudo acabar la frase porque la copa comenzó a desplazarse hacia arriba aún más rápido que antes y se paró de nuevo en la negación. -



- Yo creo que todo esto es mentira y que alguno de vosotros está moviendo la copa - dijo Malek con aire incrédulo a lo que añadió - cerrad la sesión, yo me largo a la sala de la chimenea. - 
- Pero, ¿qué dices? - se indignó Claude - ¡aquí nadie está moviendo nada! - 
- Bueno, haced lo que queráis - contestó Malek apartando el dedo levantándose - pero yo me voy. - 
- ¡Espera!, ¡no puedes irte sin cerrar la sesión! - dijo Adele. Malek se giró para contestarle, pero antes de que pudiera hacerlo, la copa salió despedida golpeándole violentamente en la cara. Malek cayó hacia atrás y todos se levantaron de la mesa rápidamente para ver su estado. Casi sin tiempo para agacharse a atenderlo, la mesa comenzó a vibrar. Todos se giraron asustados, incluso el propio Malek se incorporó para mirar mientras se taponaba la herida que la copa de plata le habría infringido en la ceja izquierda, de la cual brotaba abundante sangre. Las letras, como si contuviesen ascuas al rojo vivo, comenzaron a iluminarse de una en una. Primero fue la V, luego la A, después la I, y así sucesivamente hasta que todas volvieron a quedar apagadas y la mesa dejó de vibrar. El mensaje señalado por la mesa, hizo estremecerse a los seis muchachos: “Váis a morir todos” 
Temblando de miedo, Claude gritó a los demás: 
- ¡¡¡Correeeeeeeed!!! - pero al girarse para enfilar la salida de la habitación, la puerta se cerró de golpe.

(CONTINUARÁ...)

Pepe Gallego

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