El repiqueteo sobre el techo del coche era incesante. Colocó el silenciador, se caló el sombrero y salió. Anduvo rápido bajo la intensa lluvia y se adentró en el callejón. Se pegó a la pared andando con sigilo y se apostó a una distancia prudencial, justo detrás de unos contenedores.
Al fondo del angosto pasaje, solo rompía la penumbra la débil luz de un candil sobre la puerta trasera del restaurante en el que estaba cenando Jimmy Belloti. Conocía a Jimmy de cuando ambos pertenecieron al mismo Don, hasta que Belloti quiso ascender y formar su propia “familia”, así que evitaría salir por la puerta principal por si algún matón le sorprendía a la entrada del restaurante.
No tardó en aparecer con su amante, dándole una generosa propina al portero. Avanzó con la chica agarrada del brazo y al llegar a su altura, Mike salió de la oscuridad y descerrajó un tiro en plena frente al sorprendido mafioso. La chica gritó enloquecida pero la sangre de Jimmy Belloti ya serpenteaba arrastrada por la lluvia sobre el sucio suelo.
Entonces Mike tomó conciencia de lo que acababa de hacer. Siempre había sido el chico de los recados del Don, nunca uno de sus matones, pero quería ascender. Y ahora, al ver que acababa de matar a una persona, sintió náuseas y un profundo arrepentimiento.
En ese instante, un golpe en la ventanilla del coche le sacó de su ensimismamiento. Era Calógero, otro de los chicos del Don.
— ¡Eh Mike, aborta! Parece ser que Belloti no tuvo nada que ver en la masacre de anoche. —
Mike, se sintió aliviado de no tener que cometer el crimen, y entendió que aquella vida no era para él, así que decidió marchase de la ciudad para siempre y cambiar de nombre.
Pepe Gallego