lunes, 16 de enero de 2017

"Inocencia"

Sin mediar palabra, me mordió el labio inferior estremeciéndome. Ya no me avergüenza decir, cosa que omití en su día, que temblaba levemente por la emoción y también por el miedo, pues no podía creer que mis fantasías de adolescente hacia mi idolatrada vecina Inocencia, aquella viuda de severo porte, se estuviesen convirtiendo en realidad. Notaba cómo sus turgentes senos se apretaban contra mí, a la vez que la cremallera de mi pantalón crujía intentando retener lo que ya no podía ocultar por más tiempo. Con delicadeza y sin dejar de mirarme, la abrió liberando a su inquilina, se acomodó sobre mi cintura dejando que me colase en su húmeda esencia, y sentí el espasmo de su cuerpo cuando con ambas manos le apreté las nalgas hacia mí. Jadeó de placer al embestirla con fuerza, mientras mis diecinueve años, ironías de la vida, dejaban atrás la inocencia.

Pepe Gallego

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