“El condenado”
Me muevo en un vórtice de sensaciones entre lo triste y lo grotesco. Nadie sabe hasta qué punto me lleva eso. Ni siquiera pueden llegar a imaginarlo. Pero sí, me muevo. No con la clarividencia que quisiera y que, ¡quién sabe!, puede que incluso no merezca. Y aun así, me sigo moviendo. Puede que por insistencia o tal vez inercia, pero continúo andando.
Resulto indiferente a unos ojos almendrados cegados que no me ven, y cuando decido retraerme en el silencio para dejar que le grite mi mirada, continúo siendo transparente.
Entonces, tan solo me queda volver a ese frío rincón del olvido donde intento revivir el recuerdo de un tiempo de cegador esplendor, haciéndome retroceder a una amalgama de sentimientos entre los que se interpusieron las lúgubres tinieblas que hoy me condenan. Sí, esas sombras encapotaron los rayos de felicidad que me desbordaban e hicieron un impecable trabajo de demolición, sin duda.
Luego, cuando aquella bonita memoria se disipa y el presente me arrolla, un frío manto de soledad se oculta bajo la amarga sonrisa exterior de un corazón cansado de tragar espinas.
Sin embargo, no culpo a la suerte, lo divino o al esquivo destino, pues entre tantas decisiones no supe elegir lo que más convino. Puede que el tiempo, ese juez tan supremo como ladino, ponga en su sitio las elecciones en las cuales giro, o puede que ya esté todo decidido. ¡Bah!, no me hagáis caso, porque lo mismo ya no sé ni lo que digo…
Pepe Gallego
"El condenado" por Pepe Gallego se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.
Claro que sabes lo que dices... Tanto es así, que consigues transmitir con suma claridad una sucesión de sentimientos concentrados en un lenguaje preciso y repleto de significado emocional. Al estar escrito en primera persona, el relato resulta mucho más creíble, hasta tal punto que el lector puede sentir empatía e incluso verse reflejado en los pensamientos del protagonista. No es fácil expresar en pocas palabras un determinado estado de ánimo (real o ficticio), y tú lo acabas de hacer. Enhorabuena, Pepe.
ResponderEliminarTess.
Me alegro de que te haya gustado, Tess. Siempre es un placer leer tus análisis. ¡Muchas gracias por participar con tu comentario!
EliminarMuchas gracias, Lucía!
ResponderEliminarLa verdad es que yo apenas paro y llevo un montón de tiempo sin poder leeros, así que te entiendo perfectamente.
De todas formas te agradezco un montón que te hayas pasado y además que participes en este mi/vuestro blog, ya que sois todos vosotros los que realmente lo hacéis seguir adelante.
¡Un abrazo!
Me gusta mucho su estilo de ecribir y este pasaje es impresionante. El lector siente el sentimiento porque lo describes tan profundo. El protagonista se hace las mismas preguntas que uno se hiciera y con validez de sentimiento en el momento. Es como si llo lo hubiera vivido en ese instante. La ultima frace hace que el lector tenga mucha mas compacion por el protagonista y quisiera decirle que, si, si sabes lo que dices.
ResponderEliminarHola María. Muchísimas gracias por leerme y por participar con tu comentario. Y si además te ha gustado, pues mucho mejor.
EliminarEspero continuar mejorando en los siguientes escritos para de ese modo seguir contando con tu lectura.
¡Un saludo!
Impecable! Como siempre! ��
ResponderEliminarMuchas gracias por leerlo, señorita del averno ;-)
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