martes, 22 de enero de 2013

"Oculto en las palabras" (Capítulo IV)


Cap.4 - “La criatura”



Las chicas, al unísono, gritaron al ver la puerta cerrarse. El pánico asomó a los rostros de todos. Mientras Claude y Philippe se esforzaban en tratar de abrir con golpes y volcando el peso de sus cuerpos, Malek, con parte de la cara cubierta de sangre, miraba anonadado cómo la mesa volvía a agitarse violentamente. El resplandor de otro relámpago iluminó la estancia fantasmagóricamente y el retumbar del trueno resultó ensordecedor. La tormenta ya estaba allí, sin embargo aquello era lo que menos preocupaba al grupo, que seguía viendo cómo una mesa redonda con una Ouija tallada, vibraba incontroladamente ante sus ojos. De pronto se detuvo. Eso hizo que Claude y Philippe cesaran en su forcejeo por abrir, y posaran su atención en la mesa. Tras unos instantes de tensa espera, un humo blanco, como si quemasen hojas verdes, empezó a surgir de la Ouija. Pero no lo hacía como si de una fogata se tratase, no. Emergía de manera densa y uniforme hasta ir formando una especie de silueta sin piernas. La temperatura en la estancia bajó de manera drástica. El vaho comenzó a brotar del aliento agitado de los muchachos. Durante unos segundos, aquella nebulosa extraña se mantuvo flotando con un ligero vaivén arriba y abajo. Parecía como si esperase algo. Quizás tan solo les observaba, si es que aquello era realmente un ente. El grupo de muchachos se lanzaban miradas furtivas unos a otros, pero nadie perdía de vista a aquella silueta que levitaba encima de la mesa. Como un horrendo flash, en lo que parecía ser la cara de la figura, aparecieron dos grandes y negros huecos a modo de ojos rasgados.


Un chasquido les hizo mirar hacia atrás viendo que la pizarra con anotaciones en alemán, se desprendía de su pared y barría el aire a toda velocidad en dirección a ellos. 
- ¡Al suelooo! - gritó Philippe, y todos le hicieron caso, observando cómo la pizarra silbaba por encima de sus cabezas, atravesando a la nebulosa y yéndose a estrellar contra la pared del fondo, partiéndose en dos y reventando los cristales de la ventana en forma de ojo de buey, por la que comenzó a entrar el viento frío del exterior salpicado de ráfagas de la intensa lluvia que la tormenta había desencadenado. La forma brumosa parecía haber desaparecido con el pasar de la pizarra, y los chicos tardaron en percatarse de que la puerta se había vuelto a abrir. Era como si hubiese anulado el poder que la mantenía cerrada. Fue Claude el primero en advertirlo. 
- ¡Vamos! - gritó a los demás - ¡es el momento de salir de aquí! - Pero en el momento en que se levantaban para correr hacia la puerta, aquella neblina volvió a aparecer ante la misma. Sin tiempo a que ni siquiera pudieran reaccionar, esta se lanzó hacia Malek. Lory empujó al muchacho y sintió cómo aquella cosa se introducía en ella. La chica se quedó con la boca y los ojos muy abiertos y comenzó a elevarse con los brazos en cruz, quedando suspendida a un metro del suelo con la cabeza echada hacia atrás dejando ver tan solo su blanquecino cuello y su barbilla. 
- ¡Lory! - dijo Adele yendo a su encuentro, pero cuando estaba a punto de agarrarla por los pies, con un movimiento rápido la pierna derecha de Lory con sus pesadas botas, surcó el aire y propinó un seco puntapié en el rostro de la chica pelirroja, derribándola de espaldas a dos metros de distancia. 
- ¡Adele! - gritó Claude y fue a socorrerla. Aún aturdida, logró incorporarse con la ayuda del chico pero notaba su pómulo izquierdo hincharse por momentos.
Lory comenzó a descender sin mover un músculo de su pose hasta tocar el suelo. 
- ¡Vámonos de aquí! - vociferó Malek a los demás. La cabeza de Lory se irguió de súbito hasta encarar de nuevo a los chicos. Pero aquello ya no era Lory, no. Sus grandes y preciosos ojos celestes, se habían tornado completamente negros, sin pupilas ni córneas que diferenciar, totalmente negros. La historia que Claude les contó y que parecía ser una leyenda, estaba cobrando vida ante ellos. Lory, o lo que quiera que fuese ahora, arqueó las cejas con expresión calmosa, y con una voz gutural le preguntó a Malek: 
- ¿Por qué te quieres ir?, ¿ya no te gusto? - ladeó un poco el cuello y añadió - ¿no te apetece follarme? - y acto seguido cambió su faz a una expresión cruel, agarró del cuello al muchacho y lo lanzó por los aires hacia la izquierda, con fiereza, como si no pesara más que unos gramos, atravesando toda la estancia y perdiéndose a través del ya roto ojo de buey. El grito de Thyra retumbó entre aquellas paredes repletas de libros. 
- ¡NOOO!... ¡Dios!, ¡lo ha matado!, ¡lo ha matado! - 
- ¡No gimotees, puta! - contestó aquella cosa, y girando lentamente la cabeza hacia Thyra, sonrió diciendo - Pronto te reunirás con él. - Philippe reaccionó y dando una rauda zancada hacia adelante, le propinó un puñetazo en la cara a Lory que quedó inmóvil con el rostro ladeado. - ¡Vamos! - chilló Claude al que siguió Adele, mientras Thyra cogía del brazo a Philippe, que aún permanecía mirando a Lory tras propinarle el puñetazo, y salieron cerrando tras de sí.


Un rugido infernal se oyó dentro de la habitación, mientras los cuatro chicos corrían ya escaleras abajo para salir de la sala del reloj. Cuando iban llegando al final del último tramo de peldaños, oyeron abrirse la puerta de manera estruendosa. Lory ya debía estar fuera y probablemente ya venía en busca de ellos. Llegaron a la estancia de la chimenea pero Claude les hizo un gesto para que le siguieran en sentido contrario hasta ocultarse en una opuesta a aquella. Ante la mirada interrogante de los otros, dijo susurrando: 
- El cuarto de la chimenea será el primer sitio en el que nos busque, y probablemente vaya luego a los sótanos, que son los lugares a los que hemos ido antes - y tras decir esto, les hizo un gesto con el dedo índice en los labios para que se callaran. Con sigilo, Claude se asomó al dintel de la puerta y observó a lo que una vez había sido Lory, que andaba algo agazapada tratando de ver u oír el más mínimo atisbo de vida para localizarles. Claude se volvió a ocultar y con el pulgar indicó a los otros que estaba ahí fuera. Respiró hondo y volvió a asomarse. Observó la sombra gigantesca que las llamas de la chimenea proyectaban de aquel ser, que como él predijo, entró a aquella estancia a buscarles. Momentos después, el ser salió caminando lentamente y se detuvo a escuchar. De pronto, corrió en dirección al pasillo que llegaba a las escaleras y sus pisadas se perdieron. Claude relajó el diafragma y recobrando la serenidad, les dijo a los otros: 
- No podemos permanecer juntos, eso le facilitaría las cosas, debemos dividirnos. - 
- ¿Por qué no llamamos a la policía?, ¿para algo tenemos móviles, no? - dijo Adele, que ya sacaba el suyo y antes de que los demás pudieran hacer lo propio, rectificó - Sin cobertura, no he dicho nada. 
- Era evidente - dijo Claude - estamos en mitad del bosque. Además, ¿quién iba a creer a una pandilla de intrusos en una propiedad privada, y para colmo con el guarda muerto?... 
Todo apunta a que nos lo hemos inventado todo, ¡y encima seremos acusados de asesinato!... ni hablar, no podemos pedir ayuda, esto debemos de resolverlo nosotros mismos. - 
- ¡Pero Claude, al menos si permanecemos juntos podremos hacerle frente! - se quejó Thyra. 
- ¡No podemos hacerle nada, cariño! - intervino Philippe - ¿acaso no has visto la fuerza que tiene? - 
- Escuchad, no hay tiempo para discutir. Philippe, cuando llegamos al castillo observé que en el lateral había un cubículo semiderruido que debería ser un establo o algo así. Lleva hacia allí a las chicas y ocultaos hasta que pase la tormenta, yo me reuniré con vosotros en cuanto pueda. Pero si veis que tardo en volver, huid a través del muro derribado en dirección al bosque. - 
- ¿Te has vuelto loco?... ¡no pienso dejarte solo, idiota! - contestó indignada Thyra. 
- Ni yo tampoco, eso está clarísimo - se sumó Adele. 
- ¡No discutáis, joder! - se impacientó Claude - a mí sólo me retrasaríais, haríamos más ruido y si nos alcanza moriremos los cuatro. Pero si yo logro distraerle, vosotros tendréis una oportunidad de escapar. Además, tengo una idea para acabar con esa cosa. - 
- Pero Claude, si la matas, también matarás a Lory, ¿no te das cuenta? - dijo Adele. 
- Ya contaba con ello…según la leyenda, aquel coronel mató a Schlaudraff, pero es evidente que el espíritu tan solo volvía a la Ouija a esperar que alguien, en este caso nosotros, volviera a jugar para escapar definitivamente. Y si matamos a Lory, volverá a hacer lo mismo. Pero si consigo sacarla de ella sin matarla, creo que no podrá regresar y puede que tengamos una opción de destruirlo. Venga moveos, cojamos las mochilas, meted en ella lo necesario y haced lo que os digo. - 
- ¿Y si te equivocas y falla tu supuesto plan? - preguntó Adele. 
- Tranquila, sé lo que hago - y diciendo esto, agarró de los hombros a la chica y la besó en los labios. 
- Más te vale saber lo que haces - apuntó Thyra abrazando a su hermano.



*    *    *    *    *    *


Cuando hubieron pertrechado sus mochilas, Claude se tumbó en mitad del pasillo tratando de observar a través de las grietas de la madera, que desprendían una mínima luz procedente del piso de debajo, o como en este caso de la planta baja, pues dicha grieta daba la visión del final de la escalinata principal y del salón. Al mirar, vio la silueta en penumbras de Lory, que había llegado a los lindes del salón y, tras parar de nuevo a escuchar y observar en derredor, marchó por la puerta que el propio Claude predijo, la que llevaba a la sala desde donde partía la bajada al sótano. Con un gesto de su mano derecha, indicó a los otros que se fuesen moviendo. Con sigilo, Adele, Philippe y Thyra, comenzaron a descender por la escalera, atisbando los peldaños como podían, pues la luz de la luna que anteriormente entraba por los ventanales, era ahora muy tenue debido a las nubes que en parte la ocultaban. Consiguieron llegar abajo y, mientras Philippe oteaba la sala contigua para ver si Lory seguía allí, con la cabeza iba indicando a las dos chicas para que avanzaran rápido en dirección hacia la parte contraria a la escalinata, desde donde salía un nuevo pasillo que llevaba al otro ala del castillo, donde probablemente se encontraba el establo o lugar derruido que les había indicado Claude.
Este, al ver que los tres chicos habían alcanzado el corredor indicado, se levantó del suelo, colocó la mochila en su hombro y comenzó a bajar con cuidado de no tropezar en la penumbra. Evidentemente, no quería encender la linterna para no llamar la atención de Lory. Al torcer la curva de la escalera, tocó con la punta del pie un pedazo de escombro derribado y este rodó con el consiguiente ruido. Rápidamente, para no ser descubierto, aprovechó el sonido del cascote cayendo para bajar a toda velocidad los escalones y ocultarse tras una de las altas columnas de mármol. No pasaron ni veinte segundos hasta que una especie de siseo o roce, resonara cada vez más cerca. Claude permanecía inmóvil aguantando la respiración, pero había cometido un error del que se percató al mirar hacia abajo. La tormenta había amainado su fuerza, y aunque la luz de la luna entraba con poca intensidad a través de los ventanales debido a las rojizas nubes que encapotaban el cielo, alumbraba lo suficiente para crear sombras, y la del chico se proyectaba alargada desde sus pies hacia la mitad del gran salón. 


Claude trataba de dominar su miedo cuando notó que el siseo se había detenido. Pensó que quizás era una ráfaga de viento la que había provocado aquel sonido, las corrientes de aire eran constantes debido a la multitud de ventanas rotas. Procurando auto convencerse de ello, continuó aguzando el oído, pero notó como una sombra cubría el suelo. Miró hacia la ventana para ver si era una nube desplazándose ante la luna, pero al desplazar la vista hacia arriba se quedó patidifuso. Lory estaba en el techo apoyada con manos y pies, con el cuello totalmente girado en una torsión imposible y le miraba con aquellos ojos negros.
Claude no se paró a valorar la aterradora situación y reaccionó echando a correr en dirección a los sótanos. Un chillido horrendo, como de una alimaña arrinconada, amplificado por el eco que producía la estructura vacía del palacio, hizo al muchacho girar la cabeza lo justo para ver cómo Lory se desplazaba a toda velocidad a gatas por el techo, rodeando las columnas y yendo en su busca. El chico descendió las escaleras a saltos arriesgándose a caer o torcerse un tobillo, pero consiguió llegar abajo sin hacerlo y esprintó por el pasillo que conducía a la cocina. Al llegar a la misma, se detuvo unos segundos para decidir qué hacer. Las pisadas aceleradas de Lory ya se oían al fondo del corredor, así que decidió ir por el pasaje de la izquierda, que antes no habían explorado, y llegó a una gran sala con aseos y duchas comunes. Seguramente eran las utilizadas en la época en que el edificio había sido utilizado como recinto deportivo. Sin pensarlo dos veces, se escondió en uno de los servicios, se alzó de pie en el váter y asomó mínimamente la cabeza por encima del cubículo, con la intención de vislumbrar a Lory en la oscuridad. No tardó en divisarla. Esta, con una mueca inexpresiva, miraba desde la puerta tratando de descubrir el paradero de su presa. Claude, al verla, se agachó para no ser visto y se guio por el sentido del oído. Tras unos segundos que le parecieron eternos, nada se escuchó. 


De repente, las pisadas de Lory audibles gracias a aquellas pesadas botas, se iban alejando, pero no hacia el lugar del cual provenía, sino hacia adelante. 
Claude salió del excusado con mucha precaución, llegó ante la puerta y al asomarse vio a Lory al fondo del pasillo ante un arco ojival. Claude sabía lo que era aquello, por eso en su huida había intentado llevarla hasta allí. Tuvo que armarse de valor para hacer lo que iba a hacer, pero sabía que de ello dependía la vida de su amiga Lory, y hasta puede que la de todos. Mentalmente contó hasta tres y salió de los vestuarios en dirección a aquella entidad a toda la velocidad que le permitían sus jóvenes piernas. Al oír sus acelerados pasos, la criatura se giró sorprendida pero ya Claude estaba a solo un par de metros. Este se lanzó hacia ella como si de un jugador de rugby se tratara, placándole por la cintura y derribándole hacia el interior de aquel arco ojival. Similar a quemarse en ácido sulfúrico, el cuerpo de Lory comenzó a humear y tras un grito desgarrador, la neblina escapó rauda de su cuerpo hasta situarse fuera de aquel arco. Ella quedó inmóvil en el suelo, mientras Claude aún tendido y con el aliento agitado, miraba a la forma nebulosa que flotaba desafiante ante la entrada, aunque no se atrevía a traspasarla. El muchacho miró la penumbra a su alrededor, y lo primero que sus ojos alcanzaron a ver fue un crucifijo de hierro anclado en la parte alta de una de las paredes. Luego vio algunos bancos desordenados e incluso tirados por el suelo. También había un altar de piedra, probablemente de mármol, aunque no se atrevía a asegurarlo debido a la mortecina luz. No había duda, era una capilla, la que él había leído de su existencia en descripciones que habían colgado en internet algunos visitantes del lugar. Su plan había funcionado. Se la jugó, sí, pero había conseguido sacar aquella cosa del cuerpo de su amiga, que sin embargo yacía tumbada e inconsciente. Volvió a notar aquel frío antinatural que transformaba el ambiente cuando el ente estaba cerca. Este, le observaba con aquellos huecos negros y crueles en mitad de la cara de la brumosa figura. Sabía que no podía entrar, así que se giró y en pocos segundos se perdió en la oscuridad del pasillo.



Claude agarró su mochila, que en la caída había desparramado su contenido por el suelo, y comenzó a meter las cosas de nuevo en su interior. Lory que empezaba a despertar, aún aturdida, preguntó a Claude: 
- ¿Qué ha ocurrido? - 
- ¿No recuerdas nada? - 
- Solo aquella cosa flotando ante la puerta que atacó a Malek - la muchacha miró a su alrededor y preguntó: 
- ¿Dónde estamos?... ¿y dónde están los demás? - 
- Eeeeh, Lory - comenzó a decir Claude deteniéndose a hacer una pausa para pensar bien cómo le iba a relatar los acontecimientos a la chica, hasta que dijo - esa cosa se introdujo en ti. - 
- ¿¿¿En mí???... pero, ¿¿¿cómo puede ser??? - preguntó angustiada. - Iba a por Malek, pero tú le empujaste y te pilló a ti. Después…- y Claude bajó la vista. 
- Después… ¿qué? - insistió Lory. El chico respiró hondo y volviendo a mirar a su amiga, contestó: - Malek tuvo un accidente. - - ¿Accidente?... ¿qué clase de accidente? - 
- Se…cayó…por la ventana. - - ¡¡¡QUÉ!!!...pero, ¿cómo? - Lory paró de hablar al ver a Claude desviar la mirada y entonces comprendió lo que sucedía - He sido yoooo… ¡Dios mío, yo le he matado!… - Ella se llevó las manos a la boca y sus preciosos ojos celestes adquirieron la brillantez de las lágrimas que de ellos empezaban a brotar. 
- Lo siento Lory - dijo Claude abrazándola, momento en que la chica rompió a llorar desconsoladamente. El muchacho le acariciaba su sedoso pelo azabache tratando de calmarla, pero al mismo tiempo dejando que desahogara su amargura. Durante un par de minutos permanecieron así hasta que ella fue remitiendo en su llanto convulso. Cuando pareció retomar el control, Lory se apartó de Claude con sus ojos enrojecidos y le dijo: 
- ¿Dónde están los demás? - 
- Les envié al otro ala del castillo a ocultarse hasta que volviese, pero les dije que si veían que yo tardaba, que se fuesen de aquí. - 
- Espero que lo hayan hecho y tú también deberías hacerlo - dijo Lory levantándose con determinación. 
- ¿Qué dices?, ¿adónde vas? - 
- A matar a esa cosa, no sé cómo, pero tengo que matarla. No puedo quedarme con esta culpa dentro. -
- ¡Espera! - dijo Claude mirando a Lory, y tras reflexionar unos segundos, añadió - yo también quiero acabar con lo que quiera que sea eso… mi hermana, mi chica y mi mejor amigo, están en peligro también, ¡no pienso marcharme!… además, puede que sepa un modo de aniquilar a esa cosa, no sé si funcionará, pero…- Lory no le dejó acabar y le apremió: 
- Dímelo. - 
- Creo que si destruimos la Ouija, puede que destruyamos a ese ser… el problema es que debe seguir vagando por el castillo y si nos encuentra fuera de esta capilla, corremos el riesgo de que nos vuelva a poseer. - 
- Pues es un riesgo que debemos asumir… no podemos quedarnos encerrados aquí toda la vida. - 
- Bueno - dijo Claude pensativo - creo que hay una manera de detectar si está cerca - Lory le miró arqueando las cejas en señal de estar esperando una respuesta, y Claude se la dió - he notado, tanto en la habitación donde se encuentra la Ouija como ahora al separarse de ti, que cuando es un fantasma, ente o como se llame, la temperatura del lugar en el que se encuentra, baja drásticamente. - 
- Ya es algo - dijo Lory. Ambos se miraron, comprobaron que no había nada en el exterior del arco de la capilla, y comenzaron el camino de vuelta con sigilo.



*    *    *    *    *    *



Philippe, Thyra y Adele, llegaron al final del largo pasillo y subieron unos peldaños a la derecha hasta llegar a un lugar semiderruido. Como predijo Claude, tenía pinta de ser unas caballerizas o un establo en otro tiempo, aunque la acción de los elementos meteorológicos lo había dejado en un estado precario, con un trozo de techo y pared derribado en una de sus esquinas y por donde se colaba el viento y el agua. En el otro rincón del lugar, había un armario o algo parecido, sin embargo los chicos seguían observando la parte deteriorada. En ese instante el chico comentó: 
- ¿Os habéis dado cuenta, de que no ha vuelto a sonar el reloj de la torre? - 
- Claro - contestó Thyra - todo estaba enfocado por ese ente para llevarnos hacia allí y que pudiésemos descubrir la sala donde se ocultaba. - 
- Y por mi culpa ahora Malek está muerto y Lory poseída - añadía abatida Adele - no debí votar por hacer la sesión de Ouija. - 
- Si hay algún culpable en todo esto, ese soy yo - le rebatió Philippe - que fui quien derribó la pared e insistió en utilizar la Ouija. - 
- No debéis torturaros por eso, todos lo hicimos y todos somos culpables. Quizás Lory sea la víctima pues era la única que no quería hacerlo. Espero que Claude esté en lo cierto y sepa cómo sacarle ese puto espíritu de su interior - contestó Thyra. - 
- Yo no puedo quedarme de brazos cruzados. Quedaos aquí y no hagáis ruido, yo voy a intentar encontrar a Claude - dijo resueltamente Philippe. - 
- ¡Ni hablar, mi hermano dijo que le esperáramos aquí! - 
- ¡Tu hermano puede necesitar mi ayuda!, ¿pero es que no lo entiendes? -
- Iremos contigo - dijo decidida Adele. - 
- ¡Escuchad! Os quedaréis aquí ocultas, yo puedo desplazarme mejor solo. Además, si Claude vuelve debe encontraros en este lugar. Estaré de vuelta antes de lo que imagináis - y sin dar tiempo a la réplica, besó a Thyra apasionadamente y salió al trote de puntillas para hacer el menor ruido posible.


Cuando el muchacho se hubo marchado, las chicas tardaron un minuto en volver a dialogar. Ambas estaban sumidas en sus pensamientos. La preocupación les carcomía. Thyra mordisqueaba sus uñas, Adele se frotaba la hinchazón de su pómulo. 
- Veamos qué hay tras el muro derribado - dijo finalmente Thyra. Las dos fueron hacia ese punto que daba al exterior, pero antes de que pudieran asomarse notaron un frío intenso. Se miraron con los ojos muy abiertos comprendiendo simultáneamente lo que ocurría. Agarrándose de la mano corrieron juntas hacia el rincón oscuro donde se encontraba el armario que antes habían visto al llegar, percatándose de que en realidad era una especie de vieja alacena de madera, cuyas puertas estaban labradas de maderas cruzadas entre sí, a modo de reja, dejando aberturas transpirables en cada cruce. Se ocultaron dentro del desvencijado cubículo y observaron a través de los huecos. El frío era cada vez más penetrante. Las jóvenes intentaban contener el temblor de sus cuerpos para no crear el más mínimo ruido o movimiento que delatara su posición. Aquella extraña neblina en forma de cuerpo humano sin piernas, apareció flotando en el establo. Su avance era lento pero sin pausa. Ya había llegado a la mitad del lugar pero seguía adelante. Las chicas contuvieron la respiración al ver que la figura cada vez estaba más próxima y seguía sin detenerse. Parecía como si supiese que ellas estaban cerca, como un depredador del Serengueti husmeando el aire para captar el olor de su presa. Cuando hubo llegado ante la alacena de madera, de la que le separaban apenas tres metros, se detuvo. Estuvo así unos segundos. Poco a poco giró la cabeza hasta mirar fijamente hacia donde estaban las chicas. Thyra, al ver el terror en el rostro de Adele, tapó con sus manos la boca de su amiga, y de los ojos de esta comenzaron a brotar lágrimas. La silueta brumosa, como si lo intuyese, comenzó a avanzar despacio hacia la alacena.



*    *    *    *    *    *



Lory y Claude ya habían alcanzado las escaleras que subían del sótano hacia la planta baja. Ascendieron poco a poco y, tras comprobar que no había nadie al llegar arriba, atravesaron la estancia que daba al gran salón. Todo parecía en calma, así que encaminaron sus pasos por la escalinata principal. Estaban resueltos a ir a destrozar la Ouija, así que no dudaron ni por un instante en lo que debían hacer, sobre todo Lory, cuya mente giraba en torno a lo que le había ocurrido al malogrado Malek, o lo que aquella cosa le había hecho directamente a ella. Tenía miedo, claro, pero su determinación por vengarse era aún mayor.
Atravesaron el pasillo y al llegar ante la sala de la chimenea, algo se les echó encima. Claude empujó a Lory hacia un lado y él se lanzó al otro rodando sobre sí mismo.
La luz del pedazo de tronco incandescente que portaba Philippe en la mano derecha, ya rasgaba violentamente el aire en dirección a Lory, que se tapó el rostro con el brazo izquierdo esperando el inevitable mandoble. 
- ¡Quieto Philippe! - gritó Claude, y al oírle, el muchacho detuvo su ataque enfurecido a solo unos centímetros del rostro de Lory. - ¿Claude? - preguntó sorprendido Philippe girándose hacia su amigo. - Sí, soy yo, y ella vuelve a ser Lory, ya no es esa cosa. - 
Philippe la miró y cuando esta se apartó el brazo con el que se protegía la cara, pudo ver los preciosos ojos celestes de esta, ya no eran aquellos abominables ojos completamente negros. El joven relajó el rostro y le tendió la mano a la chica para levantarla del suelo. 
- ¿Qué haces aquí? - le preguntó Claude - ¿por qué no estás con las chicas? - 
- Ellas estarán bien, las dejé donde me dijiste y supuse que podrías necesitar ayuda. - 
- Pues no has debido dejarlas solas, ahora esa ente está deambulando por el castillo y podrían estar en peligro. - 
- No entiendo, ¿cómo has conseguido que eso saliese del cuerpo de Lory? - 
- Por lo que había leído sobre el lugar, sabía que existía lo que una vez fue una capilla. Pensé que si conseguía atraerle a ella, quizás sirviese para anular sus poderes de posesión. Tuve suerte de encontrarla en el último momento, sino no lo habría contado. Pero el problema sigue aquí. - 
- ¿Y qué piensas hacer? - 
- Lory y yo vamos a intentar destruir la Ouija… puede que no sirva de nada, pero hay que intentarlo. - 
- Vale, voy con vosotros. - 
- Ni hablar, márchate a por Thyra y Adele. Llévatelas de aquí a través del bosque. Nosotros nos encargaremos de que no os siga. - 
- ¿Y vosotros qué haréis? - 
- Intentar que nadie más pase por lo que nosotros estamos pasando - contestó Lory. - 
Philippe abrió la boca para protestar, pero no lo hizo al ver la determinación en el rostro de ambos chicos. 
- Está bien, tened cuidado - y cuando se dispuso a marcharse, Claude le frenó. 
- Si notas una rápida bajada de temperatura, escóndete. Eso significa que ese puto ente anda cerca. - 
Philippe asintió con la cabeza y se fue por el pasillo de arcos azul cobalto. 



Lory y Claude, continuaron en dirección a la escalerilla oxidada que daba a la torre del reloj. Cuando llegaron arriba, pensaban encontrarse con aquel ente, pero no había nadie. Lo único que había era la puerta reventada en el suelo. Entraron de nuevo a la estancia y observaron la quietud de la mesa, salpicada de agua de lluvia que el aire que se colaba por la ventana de ojo de buey arrastraba hasta ella. De las siete velas que Malek encendió en el candelabro, tan solo tres quedaban encendidas, pues las otras cuatro debían haber sido apagadas por el propio viento. Pero aun así, era suficiente luz para ver. 
- ¿Con qué la destruimos? - no tenemos un hacha o alguna herramienta para partirla - observó Lory. 
- Pero tenemos las pastillas para encender fuego que utilicé en la chimenea, así que podemos quemarla. - 
Ella asintió dando validez a la idea y el joven metió la mano en su mochila para coger las pastillas, pero aunque buscaba y rebuscaba, no las encontraba. Miró dentro impaciente y vio que no estaban. Entonces cerró los ojos contrariado.
- ¿Qué ocurre? - preguntó Lory. 
- En la capilla se me desparramó todo el contenido de la mochila. Creí haberlo recogido todo, pero obviamente las pastillas han debido quedarse allí. - 
- Bueno - y con la mano abierta, Lory le indicó a Claude hacia las estanterías - aquí hay muchos libros. Usémoslo como conductor del fuego. - 
- Tienes razón - y con un gesto le indicó a la chica para volcar una estantería de libros sobre la mesa, pero cuando iba a hacerlo se detuvo. 
- ¿Y ahora? - preguntó ella impaciente, a lo que Claude contestó pensativo: 
- Si atacamos a la Ouija aquí mismo, él seguramente se dé cuenta y tendría muchas posibilidades cogernos antes de poder salir de esta torre y ocultarnos. - 
- Tienes razón - dijo Lory agachando la cabeza. Tras unos segundos, la volvió a alzar y propuso: 
- ¿Y si la lanzamos por la ventana?... desde esta altura, la mesa se rompería y si no acabamos con esa cosa, al menos podría desconcertarse el tiempo justo para que nos dé tiempo a bajar, escondernos hasta que suba, buscar a los demás y marcharnos. - 
- No es mala idea, intentémoslo. -
Cuando levantaron la mesa y la arrimaron a la ventana, no sin esfuerzo pues pesaba bastante, Lory miró abajo y apartó rápidamente la vista cerrando los ojos. Claude entendió lo que pasaba, pero aun así se asomó y vio lo que esperaba ver, el cuerpo retorcido de Malek. Tenía el cuello anormalmente girado de la caída, y la pierna derecha rota hacia arriba, de tal manera que la punta del pie la tenía casi a la altura de la cabeza. Era una visión dantesca. 
- Venga, no fue culpa tuya y lo sabes - le dijo Claude a la chica, que asintió con la cabeza y agarró con rabia el extremo de su mesa. Él hizo lo mismo, apoyaron la mesa en el alféizar redondo de la ventana, y cuando iban a lanzarla, vieron que en la parte posterior de la Ouija, había un compartimento cuadrado también de madera y con una pequeña cerradura. 
- No hay tiempo - le convino Lory a Claude como leyendo sus pensamientos de querer abrirlo, así que sin pensarlo dos veces, lanzaron la mesa por el ojo de buey.



*    *    *    *    *    *


La silueta estaba ya a un metro de la alacena. Las chicas cerraron sus ojos esperando lo peor. Un estruendo resonó cerca, como si algo se hiciese astillas. En ese instante la figura retrocedió unos metros volviéndose hacia la pared semiderruida. Las dos muchachas, con los ojos muy abiertos, observaban atónitas lo que a aquello comenzó a ocurrirle. Un chillido agudo se transformó en gutural, y esa nebulosa empezó a cambiar. En pocos segundos, se volvió más opaca y al mismo tiempo sus formas se definían. Lo que antes era solo una silueta de cintura para arriba, ahora lo era completa y debía medir unos dos metros y medio. Lo primero que se hizo claramente visible fue su musculosa espalda, luego sus hombros, sus piernas. El color de su piel era de un celeste blanquecino. Surgieron unos poderosos brazos acabados en unas huesudas manos de la cual partían largas uñas negras. Del final de la espalda, justo encima de los glúteos, emergió una larga cola que se hacía más delgada en su punta, como si de un látigo se tratase. De la cabeza, desprovista de pelo, sobresalían dos pequeñas orejas acabadas en punta hacia atrás. La nebulosa ya había desaparecido y lo que quedaba era aquel ser enorme. Mientras parecía observarse sus propias manos, como si no creyese lo que veía, una risa infernal fue creciendo en aquel ser, retumbando en cada rincón del establo. A las muchachas, no les dio a tiempo a verle de frente, porque echó a correr a grandes zancadas en dirección a la puerta. Cuando estaba a punto de salir por la puerta del establo, la fatalidad hizo que un sonido electrónico inundara el supuestamente vacío establo. El enorme ser detuvo su carrera en seco y giró la cabeza hacia el lugar de donde provenía el sonido. Adele, temblando de pavor y sollozando, trataba de sacar de su anorak el teléfono móvil que con aquel sonido avisaba de que su batería estaba casi agotada.
De súbito, las puertas de la alacena fueron arrancadas saliendo despedidas, y ambas chicas gritaron desgarradoramente al ver el rostro del mal en estado puro. De nuevo sus ojos completamente negros, la nariz aguileña, los prominentes pómulos o aquellos finos labios morados, que al esbozar una cruel sonrisa de satisfacción, dejaron entrever dos filas de amarillos dientes afilados, entre los que destacaban cuatro colmillos del doble del tamaño normal. 



Cuando se disponía a apresar a ambas muchachas, algo golpeó violentamente en su cabeza haciéndole dar un traspié hacia la derecha. 
- ¡Vamos hijo de puta, ven a por mí! - gritó desafiante Philippe apuntándole con la linterna y alzando otra piedra en su mano. El abominable ser, abrió sus brazos a los lados mostrando sus garras y rugió enfurecido dispuesto a iniciar la carrera hacia el chico. Este, sin amilanarse lo más mínimo, le lanzó de nuevo la piedra con todas sus fuerzas, pero con un movimiento raudo de su cola, el ser la desvió yéndose a estrellar contra la pared de enfrente. Al ver que el ser arrancaba en su dirección, el muchacho puso la mayor potencia en el foco de su linterna alumbrando directamente a los ojos de la bestia, que aunque no se frenó, sí que aminoró su batir de piernas, tapándose el rostro con el brazo izquierdo. En ese momento, Philippe aprovechó para dirigirse a las chicas gritando: 
- ¡¡¡Escapad!!! - y acto seguido se marchó corriendo por el pasillo perseguido por la criatura.

(CONTINUARÁ...)

Pepe Gallego

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Oculto en la palabras (Capítulo IV) por Pepe Gallego se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.

2 comentarios:

  1. ¡Una historia fascinante; me encanta!
    Este capítulo me ha resultado especialmente emocionante, ya que describes muy claramente y con todo lujo de detalles los lugares, las situaciones y las acciones que se van desarrollando a lo largo del texto, lo cual hace que el lector visualice las escenas que narras como si de una película se tratase.
    A medida que va avanzando la historia, va aumentando la intriga, la tensión, el misterio y el suspense, de tal manera que consigues mantener el interés del lector hasta el final.
    Enriqueces el contenido del relato mediante los diálogos que estableces entre los personajes, lo cual aporta un estilo dinámico a la obra; por otro lado, las narraciones poseen un gran valor a nivel literario.
    Tienes la capacidad de marcar los tiempos y narrar escenas independientes combinándolas entre sí, manteniendo el desarrollo fluido de la trama.

    Estás haciendo un trabajo excelente, Pepe, y con cada capítulo de este relato te vas superado a ti mismo.
    Enhorabuena, artista!

    Tess.

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  2. La verdad es que me siento muy afortunado de tenerte como lectora. Ya en el próximo capítulo se verá el desenlace. Espero no defraudar.

    Como siempre digo, el hecho de que te tomes tu tiempo para leerlo y analizarlo, es el mayor elogio que puedo tener, y además la motivación más grande para continuar.
    Muchas gracias!

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